Día Internacional de la Mujer

Hace un año puse en mi Facebook en el marco del Día Internacional de la Mujer:

“A mí no me feliciten por ser mujer, ése no es logro, es mi naturaleza. A mí, mejor, no me llamen loca por ser inquieta y saber lo que quiero en esta vida; alégrense por mis logros sin pensar que si consigo algo es por acostarme con algún jefe y tengan fe en mí todos los días. Porque yo no soy mujer sólo el 8 de marzo: soy mujer diario.”

Y hubo quienes no entendieron y me mandaron mensajes  preguntando por qué no quería felicitaciones. Hoy, que de nueva cuenta me llegan mensajes de felicitación por ser mujer, me puse a pensar en varias historias:

  1. Una chica, telefonista en una pizzería, va al baño de empleados que se encuentra en la bodega del local. Al salir del baño, un repartidor la está esperando y le dice que le alegra que al fin están solos. Mete a la telefonista al baño, se abre el cierre del pantalón y la obliga a hacerle sexo oral. El repartidor sale satisfecho tras venirse en la boca de la telefonista. Ella se queda enjuagándose la boca, aunque se sigue sintiendo sucia y humillada por varios días (quizá meses, o años) más.
  2. Una muchacha, madre joven de un bebito de seis meses, encuentra que su pareja le pone el cuerno. Cuando lo confronta, él le dice que ella es aburrida y que necesitaba acción. Cuando ella confronta a la amante, la amante le ofrece disculpas diciéndole que no sabía que él tenía pareja y termina con él. Él, enfurecido, confronta a la madre de su hijo diciéndole que no tiene por qué meterse en su vida. Para colmo, la suegra también se mete en la discusión y le dice a la muchacha que ella tiene que aguantar vara. “Él siempre va a volver a ti porque eres la mamá de su hijo, y debes demostrar tu fortaleza aguantando y esperando a que se canse de sus amigas y regrese a ti”.
  3. Un profesor de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM le dice a una de sus pupilas que quiere que sea su adjunta en una investigación para publicar un artículo e irle ayudando a ella con su carrera académica. Sin embargo, cuando ve que va el novio de su alumna a recogerla, la manda llamar y le dice que tiene prohibido tener novio y que no quiere volver a verlo cerca del aula. Como ella no termina con el novio, el profesor no sólo la saca de la investigación, sino que la reprueba.
  4. Una profesora de Filosofía manda llamar a una de sus alumnas y le entrega su ensayo final, con calificación reprobatoria. El ensayo, que tomaba discursos de filósofas feministas, hablaba acerca de cómo la alumna no estaba de acuerdo con los planteamientos de las filósofas, porque ella piensa más en la equidad de género, no tanto la igualdad, ya que desde lo biológico hombres y mujeres no son iguales. La profesora le dice “Para ser una mujer tan inteligente, te falta saber cuál es tu lugar en este mundo y a qué corrientes te tienes que adherir para salir adelante”.
  5. Una chica llora con sus amigos porque de nueva cuenta el chico con el que salía era un patán. Los amigos la consuelan diciéndole que mejor piense qué está haciendo para atraer a ese tipo de hombres “Creo que no es como te vistes, porque no eres muy provocativa, pero tú te los estás buscando y dejas que te utilicen”. Ella recuerda que es muy cariñosa con su gente cercana: abraza a sus amigos y amigas, les dice “Te quiero” y utiliza apelativos tiernos como “corazón”, “nena” o “honey” y se pregunta si debe ser completamente fría con todo el mundo para que no parezca que busca algo más.
  6. A una mamá soltera, que tiene un hijo varón, le dice otra de las mamás en la escuela de su hijo “Debe ser fatal no tener un hombre que te ayude a educar a tu hijo, ¿qué clase de ejemplo le puedes dar si eres mujer?”
  7. Un ejecutivo de una gran empresa editorial viaja con una de sus empleadas a cerrar un trato en una ciudad foránea, por lo que deben pasar la noche en un hotel. En la noche, el ejecutivo llama a su empleada para una junta, diciendo que quiere saber cómo le fue en los viajes de la semana pasada que realizó ella. Cuando están hablando, él se le acerca y trata de besarla. Ante la negativa de ella, el ejecutivo contesta que no es ningún santo y que ella seguro sabía sus intenciones, porque accedió ir a junta en la noche y aún llevaba puestos sus tacones, clara muestra de que estaba dispuesta a acostarse con él.
  8. Una muchacha platica con su novio sobre sus sueños y expectativas. Le dice que además de dedicarse al periodismo cultural, quiere poner una escuela preparatoria donde exista balance entre ciencias y humanidades. De ser posible, quiere publicar libros, y viajar, mucho. Su novio le replica siempre que quiere hacer demasiadas cosas y que debe elegir sólo una porque todo no se puede. No importa que ella explique que no es todo al mismo tiempo, él insiste hasta que ella deja de hablar de esos sueños.
  9. Cuando unos amigos se enteran que la novia del gastrónomo también cocina, se sorprenden: “¿A poco sí sabes cocinar? Pero si eres empresaria”. A ella le sorprende que el hecho de tener su propia empresa le impida saber llevar una casa, cocinar, zurcir calcetas o coser un botón.
  10. Una mujer está triste porque económicamente les ha ido mal a ella y su pareja. Él es quien ha pagado todos los gastos de ella, de él y de su hijo pequeño. Ella comenta que quiere entrar a trabajar porque es demasiado estrés para él. Él le contesta a modo de consuelo que su mayor trabajo y única preocupación debe ser educar al hijo. Ella no cree que trabajar haga menos a uno y más al otro: sabe que los gastos son muchos y quiere repartir la carga (¿no son las parejas cómplices y compañeros?) pero ha dañado el orgullo de él y mejor se queda callada.
  11. Después de un día de trabajo, un profesor de inglés llega a casa y se encuentra a su mujer lavando trastes. Se le hace fácil llegar, pararse detrás de ella, alzarle la falda y tratar de penetrarla como va. Ella le dice que no. Él insiste y empieza a usar la fuerza mientras le dice “Eres mi mujer y te aguantas”. Ella toma un cuchillo para defenderse, porque no es la primera vez que él se pone agresivo con ella. Ya se cansó de sentirse violada—no importa que sea su pareja: si ella no tiene ganas y él la penetra a la fuerza, sigue siendo violación.

La violencia de género, los estereotipos y los grandes problemas a los que se enfrentan las mujeres, están en todos lados, en cualquier estrato social. Y la violencia no es forzosamente los golpes o las violaciones: ese es sólo un punto al que se llega con pequeños pasos. “Te ves más bonita sin maquillaje” me dijo algún novio alguna vez para después caer en el “Sólo te maquillas cuando vas a ver a otras personas, ¿andas de coqueta?”. “Si siempre usas falda, estás pidiendo a gritos que te vean las piernas” me dijo alguien más en otra ocasión. “Si sigues leyendo y escribiendo tanto, no va  a haber quien te aguante”. La lista de cosas que me han dicho para, bajita la mano, decirme que ser quien soy es malo, es interminable.

Soy una mujer de 31 años. Soy madre de un pequeño de casi 10. He cargado con el estigma de “se embarazó joven” y “madre soltera” gran parte de mi vida. Automáticamente esas etiquetas predisponen a las personas a pensar que una es tonta. Luego se dan cuenta de que no, y sale peor la cosa: se intimidan. Un amigo mío me decía de broma que a mi vida le faltan un par de narcotraficantes colombianos y ya tengo la telenovela perfecta. Porque todas esas historias son mis historias. Porque todos esos puntos los he vivido. Me tocó ver cómo el padre de mi hijo le prendía fuego a mis libros y mis cuadernos, alegando que yo estaba loca pro leer y escribir tanto. Me ha tocado escuchar una y mil veces que no puedo salir adelante si me dedico a trabajar por la libre, como freelance. Me he topado con infinidad de personas que toman mi forma de ser como coquetería o apertura a que me traten de ligar. Y en gran medida he vivido eso por ser mujer.

En una sociedad machista, nacer mujer parece un error. Tengo amigas que se creían imposibles de amar porque eran muy directas y decían lo que pensaban y sus padres les habían dicho que ningún hombre la iba a querer así. Tengo amigas que, aunque están más que calificadas para desempeñar un puesto, no se los dan porque “Un hombre da más confianza a los clientes”. Tengo amigas a las que les avergüenza decir que no quieren tener hijos, porque ya se cansaron de que siempre les digan “Pero si eres mujer, ¿por qué no vas a querer hijos?”. Tengo amigas que no saben cocinar ni aunque su vida dependiera de ello, pero que son unas profesionistas sobresalientes—aunque sus familias se burlen de ellas porque se les quema el agua.

Vivir cuidando lo que dices, lo que haces, cómo te vistes y cómo te expresas se vuelve una joda. Si eres mujer y exiges que tus empleados te entreguen el trabajo a tiempo, eres una mandona. Pero los hombres que hacen eso son líderes.

He capoteado de todo en mis 31 años. Y los peores comentarios, los que más me han golpeado el autoestima, han sido de los cercanos: de parejas, dos o tres veces de mi padre, de hombres en los que confiaba y que me hirieron más. No lo digo con rencor. A final de cuentas para mí todo ha sido aprendizaje, pero muchas veces ha sido un aprendizaje doloroso. Y eso que soy una mujer afortunada, con una buena educación, una posición socioeconómica favorable y con muchas oportunidades (en su gran mayoría construidas por mi propia mano, pero siempre con el apoyo de mujeres grandiosas como mi mamá, mi abuela o mi mejor amiga). ¿Ahora se imaginan cómo le va a las mujeres que viven en condiciones de pobreza? ¿A mujeres que encima de nacer mujeres están en un sitio jodido?

No es imposible salir de, pero se necesita mucha ayuda. Yo he llegado a donde estoy porque en estos años he sabido rodearme de gente que me apoya y me alienta a seguir avante (hombres y mujeres).

Pero a lo que deberíamos llegar es a ya no celebrar un día para fomentar la conciencia de esta situación, sino a que la equidad exista, sin que tengamos que contar historias de horror, como las turistas a las que mataron porque iban solas, o la chica a la que su novio le prendió fuego porque ella estaba embarazada y él no quería ser padre. No se trata de darnos golpes de pecho, llorar por las víctimas y hacerlas mártires. Simplemente es cambiar como sociedad, apoyar parejo a hombres y mujeres a que se desarrollen. No echar flores un día a las mujeres y seguirnos burlando de ´como se viste tal o cual chica, decirle a alguien que es bien nena por llorar, o utilizar los términos femeninos como algo peyorativo.

Así que no. A mí no me feliciten por ser mujer. Mejor no intenten tumbarme por ser como soy. Con eso tengo.

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