Empresaria ¿yo?

Desde muy chica tenía claras tres cosas:

  1. No quería trabajar encerrada en una oficina.
  2. Amo dar clases
  3. Amo escribir

Cuando estaba creciendo no existía tanto el término del freelance, pero seguramente si lo hubiera conocido antes habría sabido que era el tipo de vida que anhelaba. La libertad de tener mis tiempos y mis ritmos, de poder acomodar mi vida a mi estilo, es algo que es de vital importancia para mí.

Consideren que nací en los 80’s, así que me ha tocado ser parte de esta generación que le rompió el paradigma a sus padres. La idea de estudiar, titularse y conseguir un buen trabajo donde hacer una carrera estable ya no aplica. Ello no significa que sea menos complejo para nuestros padres entenderlo. La seguridad económica sigue siendo importante, sólo que es mucho más complicado encontrar algo seguro— decía Unamuno que lo único seguro en esta vida es la muerte, e incluso ésa no sabemos cuándo llegará.

Es por eso que desde que hace años empecé a pugnar por darme a conocer a través de Internet como una redactora/editora/traductora/maestra de inglés/tallerista así como la directora de una revista virtual de arte, cultura y entretenimiento, muchos enarcaron las cejas. “Así no vas a poder vivir”.

Me he ido acostumbrando a traer mil cosas en la cabeza al tiempo que hago varios “trabajitos” con los que junto lo suficiente para cubrir mis gastos, mantener a mi hijo y ahorrar (a veces) un poco. Voy acomodando mis tiempos y malabareo con mi agenda. Salgo mucho de casa a cafés, pero no es para el chisme, sino para amarrar cosas de trabajo. Paso mucho tiempo frente a la computadora y en redes sociales, pero no es para perder el tiempo: así trabajo. Organizo a mis staff Kya a través de Facebook, contsto mails, genero muchos posts tanto para la revista como para otros sitios, hago traducciones y la lista puede seguir. He aprendido a vivir así: dedico tiempo a mi hijo, a mis amigos, a mi familia y vivo de escribir y dar clases y talleres.

Me definía como una malabarista de la vida, pues lo que hago es muy amplio. Si bien estudié Pedagogía, también me dedico mucho al periodismo cultural, entre otras cosas.

Sin embargo, la semana pasada que iba saliendo de la casa para dar una clase de inglés, mi mamá se depsidió de mí:

—Adiós, mi empresaria.

Me quedé detenida en la puerta, perpleja.

—¿Empresaria?

—Sí: emprendes y vives de ello. Tienes tus negocios: tu negocio de dar clases, de dar talleres y lo que haces con la revista. Eres una empresaria.

Me fui rumiando eso en el camino. Cada que pienso en la palabra “empresario” pienso en hombres de negocios, atrapados en oficinas y vistiendo incómodos y tiesos trajes. Yo no soy una empresaria. Excepto que sí lo soy:  empresario va de la mano de la palabra emprender, viniendo del latín y antiguamente aplicado a los aventureros. Esa idea sí me gusta matarilelirerón. Me considero una aventurera. He tenido varias oportunidades de un trabajo “seguro” y “estable” pero que me quemaba poco a poco. Prefiero la libertad, si bien “incierta” de organizar mi vida y mis tiempos lejos de una oficina y haciendo las cosas que amo.

Un empresario debe acomodar agenda y mantener en funcionamiento las empresas, dirigiendo a la gente que está a su cargo. Eso es lo que hago, día a día, al organizar a mis kyos, mantener el ojo atento a todo lo que debo cuidar y llevando a mi staff a buen puerto con cada locura que iniciamos.

Mi madre lo supo definir: soy empresaria. Soy una aventurera que va navegando en esta vida dedicándose a lo que ama y cuidando sus empresas. Jamás lo había pensado así. ¿Cuántas personas más se etiquetarán mal? Creo que muchas.

Nos cuesta mucho trabajo darle valor a nuestro trabajo, a lo que hacemos. No sé por qué sea. Conozco a muchas personas muy talentosas que freelancen como yo y no se consideran ni emprendedores ni empresarios. “No tengo oficinas”, “Yo no tengo horario fijo”, “¿Empresario? No, para nada, soy un simple editor” y así la lista puede ser infinita.

Creo que muchos tienen el mismo concepto que tenía yo: un empresario es sólo el CEO de una gran coorporación, gana mucho dinero y usa traje almidonado. Si en realidad pensamos en el emprender como tomar el riesgo de la aventura de perseguir los sueños propios, con toda la responsabilidad que ello conlleva, veremos que existen muchos empresarios allá afuera. ¿Ustedes son empresarios?

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