La mecánica del corazón
Los Reyes Magos me trajeron dos libros. El primero que leí fue La mecánica del corazón, escrito por Mathias Malzieu. Sabía la existencia de este libro porque existe una versión ilustrada por Benjamin Lacombe, de quien soy fan.
La versión que cayó en mis manos fue la de Debos!llo de Random House Mondadori, que tiene la portada creada por Lacombe, aunque carece del resto de las ilustraciones.
La premisa de la historia es cautivante:
“Imagina la noche más fría de la historia. La nieve cae sobre la ciudad de Edimburgo. En lo alto de una colina nace el pequeño Jack, pero su corazón está dañado. Y por eso necesitará reemplazarlo por un reloj de madera., un corazón artificial del que dependerá su vida […] Pero, ¡cuidado!, Jack debe seguir unas reglas para sobrevivir:
Uno: No toques las agujas
Dos: Domina tu cólera
Tres: No te enamores NUNCA
La mecánica del corazón depende de ello”
Eso reza en la contraportada del libro. Ahora viene lo que les puedo platicar tras la lectura. La historia es narrada desde la primera persona: Little Jack es quien nos cuenta su historia empezando con su nacimiento. Al inicio conocemos a su extraña familia: la doctora-bruja Madeleine, el hombre que tiene fierros en la espalda y canta “Oh, when the saints…” Arthur y las prostitutas Luna y Anna. Madeleine, dedicada a cuidar a los que nadie cuida, asiste el nacimiento de Jack, quien posiblemente es hijo de una prostituta. Como Madeleine le inserta el reloj para salvarlo, nadie quiere adoptarlo y se convierte en el hijo de la doctora que todos tachan de bruja.
Cuando Jack tiene 10 años va por primera vez al pueblo y se enamora perdidamente de una bella y miope cantante, Miss Acacia. A partir de ese momento, todo cambia para él. Decide asistir a la escuela con la esperanza de encontrarla (sólo consigue encontrar a otro enamorado de Miss Acacia, Joe, quien se convierte en el enemigo jurado de Jack) y luego viaja a través de Europa, acompañado por el mago relojero George Mèliés, para llegar a donde es posible que encuentre a Miss Acacia.
La historia se convierte en una hermosa metáfora del primer amor y de la transición de la infancia a la adultez. Los sueños de Jack son románticos en todo el sentido de la palabra, incluyendo el cómo sufre por amor y todo lo que hará por ser digno de su amada.
Recomiendo ampliamente la lectura. Aunque tiene un par de momentos escalofriantes (y confieso que no soy fan del final, por motivos que con gusto discutiré con quienes ya lo hayan leído vía correo electrónico) se me hace una lectura propia para adolescentes, para hablar sobre el amor, sobre atreverse a perseguir sus sueños y el llegar a la edad adulta.
Les dejo mis tres citas favoritas:
“Las penas amorosas pueden transformar a las personas en monstruos de tristeza” (Página 46)
“Si te pasas la vida preocupado por no romperte nada, te aburrirás terriblemente” (Página 69)
“Pero no sabe cuán grueso es el caparazón de sueños que yo mismo me he fabricado desde pequeño. ¡Soy la tortuga más fuerte del mundo” (Página 89)
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