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La tienda de los sueños

Como ya había comentado antes, me he reencontrado con los cuentos (es un reencuentro muy feliz, la verdad). Fue por eso que en mayo de este año, cuando mi hermana me preguntó qué quería de Día de las Madres sin dudar le pedí la antología La tienda de los sueños, antologada por Alberto Chimal y publicada por el sello Gran Angular de SM Ediciones.

El libro compila 20 cuentos de autores mexicanos, cubriendo poco más de 100 años de letras. Curiosamente, sin que fuera una meta de Chimal, hay 10 escritores y 10 escritoras.

Este bello libro sería mi máximo si de nuevo diera clases en preparatoria. No sólo reúne una muestra amplia de lo que es la Literatura de la Imaginación, sino que es un inicio para adentrarse en los caminos amplios que la imaginación mexicana (e internacional) nos provén. Es a la vez, una alfombra mágica que permite volar a otros mundos y un libro que podría ser didáctico por accidente. Estaría en mi lista de clase de Literatura ideal.

Al inicio de cada cuento hay una breve bio de cada autor y al final de cada vienen referencias: cuentos (o incluso novelas) cercanos. Es así como esta antología va más allá de los veinte cuentos: como ondas en el agua inicia en un punto y se extiende más allá de ello.

Además, inicia con un prólogo maravilloso de Chimal, experto en el tema de la imaginación y gran defensor de que la imaginación en México sí existe.

He ido leyendo el libro a cuenta gotas, porque me gusta disfrutar cada cuento como un postre delicioso. Me ha ayudado a reencontrar la emoción por los cuentos bien escritos y a conocer más de las letras mexicanas, campo que desconozco.

 Si llegan a ver este libro, no lo dejen pasar.

Una cita que tomo del prólogo:

Si todo esto es verdad, quiere decir que la imaginación fantástica es incómoda, tal vez subversiva, pero sobre todo muy necesaria. La historia reciente de este país demuestra que muchos de nuestros problemas se derivan de no querer pensar en alternativas a formas de actuar, de organizarnos, de pensar, que pudieron haber tenido éxito en el pasado pero no lo tienen hoy. La literatura por sí sola no cambia al mundo, pero sí puede inspirar a individuos —y a sociedades— a imaginar sus propias posibilidades de cambio.

 

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