Pensamientos sobre mi familia
Foto: Parte de mi biblioteca en el nuevo hogar.
Hoy hace un año me vine a vivir a Querétaro con H. Eran pasos importantes para nuestra relación: ser familia, fomentar la convivencia diaria con G, buscarnos un espacio mejor aprovechando que ambos trabajamos desde casa.
En marzo de 2022, al cumplir un año de andar, decidimos que vivir juntos, fuera de la Ciudad Monstruo, era lo que queríamos hacer. Y en unos cuantos meses logramos dar con la casa para vivir (fue una pesadilla llegar a concretar el contrato de la casa, no por el casero, sino por las corredoras de bienes raíces que era un desorden con pies), inscribir a G en la prepa que le llamó la atención y organizar el plan de la mudanza. Era unir dos hogares en uno mismo, lo que implicaba que la mudanza partía de punto A, pasaba por punto B en CDMX y de ahí, agarraba camino a punto C en Querétaro.
En el mismo plan trazamos que H y yo nos íbamos en avanzada y dos semanas después, íbamos por las criaturas: G, Cora y Spike. Para ese movimiento le pedimos ayuda a mi mejor amigo. En un coche traíamos a Spike y en el otro, a Cora. Los perrines no se habían conocido antes y queríamos que se conocieran entrando a la casa que iba a ser territorio neutral. La patoaventura que fue eso de unir a los dos perrines es cuento para otra ocasión.
Hoy estamos en otra casa, una donde pudimos acomodar más a nuestro gusto los espacios. Estamos prácticamente liberados de cajas a un mes de la mudanza y creo que nos sentimos más en casa que nunca. Hace no tanto una amiga nos preguntó a H y a mí qué fue lo más complicado de empezar a vivir juntos y la verdad es que… no encuentro algo que haya sido particularmente complejo.
Las ventajas de habernos conocido hacia el fin del mundo incluyeron que pasamos mucho tiempo juntos en casa, particularmente en el depa de él, que es pequeño. Tuvimos que trabajar desde ahí, juntos, y eso nos enseñó nuestros modos para trabajar. Pasamos fines de semana juntos y eso nos enseñó nuestros modos para compartir el esparcimiento. Además, la comunicación entre nosotros ha sido siempre muy abierta. Creo que eso, más que nuestros ciclos circadianos son similares o que él es un amor, es lo que nos ha hecho tan fácil la transición.
Hoy estoy feliz de que estamos juntos, de que somos familia, y que cumplimos el primero de los que espero sean muchísimos años juntos.
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