Sobre el estrés y la mudanza

Foto de Matthew Henry en Unsplash

Tiene poco que me mudé. Este viernes va a ser un año de vivir con H, mi pareja. Y el lunes 26 de junio nos volvimos a mudar, espero que por última vez en un par de años porque qué friega es eso de mudarse, oigan. Pero esta mudanza me ha enseñado muchas cosas de mí misma y de mi relación.

Soy una persona que se estresa con facilidad. Mi hijo se burla y dice que soy un Psyduck, ese pokemon que es una bola de estrés andando. El estrés no me ayuda con muchas cosas de la vida, como con mi problema metabólico (Síndrome de Ovario Poliquístico, o SOP pa’ pronto, del que luego les hablaré más). Aunque creo que el estrés me viene del perfeccionismo. Esa habilidad que tengo para planificar cosas suele ayudarme a bajarle a mi estrés, así que estuve planificando cosas para la mudanza, incluyendo guardar dinero para poder amueblar la nueva casa.

El caso es que para facilitarnos la vida, contratamos de estos servicios que van, empacan todo, te mudan y desempacan. Resultó ser un servicio muy, MUY eficiente. Y aquí viene uno de mis aprendizajes: H me conoce muy bien. El día que estábamos desempacando, me quedé en la cocina viendo cómo acomodar todos nuestros enseres. El señor que estaba ahí desempacando iba más rápido de lo que yo podía vislumbrar dónde iba a dejar cada cosa. H entró y me encontró francamente abrumada. De la forma más amorosa posible, me corrió de la cocina, dándome su celular y diciéndome que revisara qué café de Starbucks quería.  Mientras yo vagaba fuera de la cocina, H le pidió al señor mudancero que fuera sacando las cajas vacías.

Verán: el desorden físico me causa desorden mental y me abruma. El hecho de que el mudancero fuera tan eficiente me abrumó horrible porque yo ya no sabía dónde acomodar las cosas, el señor seguía desempacando y yo no veía que las cajas disminuyeran. Caos. H supo perfectamente que para hacer defuse tenía que sacarme de ese lugar, buscar un poco más de orden en medio del desorden y enfocarme en algo más, entiéndase, un café de Starbucks.

Ahora, nos mudamos a una casa que ya tiene sus años y aunque la han ido remodelando y dando mantenimiento, tiene sus detalles. Eso ha implicado que hemos tenido trabajadores en la casa arreglando cosas. Nada muy tremendo (salvo la tubería de la cocina que tronó el sábado y nos dejó sin agua 36 horas, fun!), pero significaba tener gente metida en la casa. No acababa de sentirme en mi casa. El domingo, ante el no poder arreglar gran cosa H y yo decidimos… tirarnos a ver películas. ¿Para qué estresarnos? No lo podíamos arreglar en ese instante.

Esa es la segunda cosa que he aprendido: si bien sí soy estresada, cada vez aprendo a manejar mejor mi estrés. Y miren que cosas para sobrepensar me han sobrado. Por ejemplo: por el SOP es importante que haga ejercicio por lo menos 5 veces a la semana y que siga un plan alimenticio. Sin embargo, los días de mudanza fueron caóticos y los horarios de comida, imposibles. ¿Cocinar? No se lograba y si bien en mi nuevo hogar tengo más opciones de comida para que UberEats la traiga, no todo es 100% sano. H y yo ya sabíamos que íbamos a estar en una especie de survival mode, así que decidí no preocuparme y fluir. ¿Que no puedo seguir el plan por unos días? Lo importante es no olvidar comer para no colapsar. ¿Que no puedo hacer ejercicio diario? Acababemos de acomodarnos y ya luego retomo el ejercicio. No es falta de disciplina, es priorizar. Ufff, convencerme de eso hace algún tiempo habría sido imposible y habría estado de un humor de perros, segura de estar fracasando.

¿Hoy? No tanto. Esta mudanza me recordó que he avanzado muchísimo en ser más amable conmigo misma y en bajarle a mi estrés. Creo que contar con una pareja como H cuenta muchísimo. Pero es bonito tener esos recordatorios de que la vida fluye bien.

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