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Siempre he pensado que mi ideal en esta vida, sería poner una escuela. Nunca me he sentido más viva que cuando he estado frente a un grupo. Enseñar es mi vocación, ese llamado que ha sido inevitable.

No sé si es porque crecí en una familia de docentes. Mis padres enseñaron a nivel universitario desde que tengo memoria. Cuando mi papá falleció, el velatorio se llenó de alumnos y ex-alumnos que lamentaban la pérdida de ese hombre que al principio fue el terror absoluto (el “Puga malo”, le decían) y que con los años se ablandó un poco. Quizá ya no era tan estricto en sus enseñanzas, pero aún en sus días de desánimo y de perder un poco la fe en los alumnos, seguía decidido a lograr que aprendieran algo.

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La labor docente es más que horas en aula: es planeación, es calificar y es seguir preparándose. [Mi altero de trabajos por calificar en una mañana dominical]

Una de las fotos de mi mamá que más me gustan fue tomada por un alumno suyo, capturando ese momento en que ella daba cátedra de forma apasionada.

Yo he tenido la fortuna de poder enseñar desde pequeña: primero le enseñé a mi hermana a leer y a escribir, jugábamos a “la escuelita”, donde yo era la maestra y le hacía “libros de texto” (más bien, cuadernos de trabajo) a mi hermana para enseñarle cosas.

De ahí en adelante, cada vez que he podido estar frente a un grupo, me he sentido plena. Sea un grupo de técnicos en enfermería (mi última experiencia docente ¡hace casi cinco años!) o en talleres de pocas sesiones, poder compartir lo poco que sé siempre se me ha hecho una bendición.

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Poner a mis alumnos a investigar y que se emeraran, me ponía de buenas

Lo que la gente no dice de la enseñanza/docencia es que te rompe a cachitos todos los días. El ser humano es una criatura que está en constante crecimiento. No estamos terminados. Siempre podemos cambiar y aprender. Siempre podemos desaprender.

En México, al menos, me parece lamentable que la labor docente sea tan mal vista. Creciendo escuché a muchas personas decir “y al fin si no encuentras trabajo, puedes entrar de maestro”, como el último recurso. ¿Por qué debía ser un “no me queda de otra”?

Hoy en día, platicando con mis amigos docentes, veo cómo volver las escuelas negocio, donde mientras el alumno pague lo demás no importa, está dando al traste con cosas muy importantes, pero eso es tema para otra reflexión.

Hoy estoy agradecida por las veces que he podido dar clases pero, ante todo, por las veces que los alumnos me enseñaron amí. Más que eso,e stoy agradecida por haber contado con muchos maestros memorables, tanto dentro como fuera de las aulas. Es un día para festejar a quienes tienen la paciencia, el ánimo y esa vocación para estar frente a aulas. Particularmente a los maestros de secundaria, ¡ellos merecen un altar!

*Este posteo es parte de mi #100DaysProject: durante 100 días subiré un post con alguna anécdota personal o historia.

Imagen desde Pexels

Los que me conocen saben que nunca me he considerado material godínez. Eso fue tema de discusión recurrente con mi papá y con mi hermana, principalmente. Mi papá se preocupaba porque veía mi carrera laboral muy extravagante: nunca había durado más de un año en un trabajo y normalmente salía justo al año, corriendo para no volver. Las oficinas me sofocaban. No me sentía a gusto. Jamás soñé con trabajar de fijo en un lugar. Los trabajos que implican movilidad me son más atractivos. Y no me refiero forzosamente a vivir viajando (no que me desagrade la idea tampoco), sino poder hacer de mi tiempo lo que yo desee.  Finalmente, el tiempo es nuestro recurso más valioso.

Por eso, he sido freelance en más de un ocasión. De hecho, por eso SOY freelance todavía. El tener trabajo fijo me da la ventaja de las prestaciones y un sueldo que llega quincena tras quincena, cosa que en la situacióne conómica actual no se debe desaprovechar. Pero ser freelance me ayuda a seguir manejando mi tiempo y hacer cosas que me gustan mucho más.

Lo que he aprendido de ser freelance durante tanto tiempo es bastante. Acá les van algunas ideas por si la freelanceada les suena coqueta:

  1. Tener una agenda: Mi súper poder durante mucho tiempo fue encimar citas, hasta tres, misma hora, distinto lugar. La teletransportación todavía no se me da y si tengo clones, no los conozco como para que me puedan cubrir. Así que aprendí que antes de decir “sí” a una cita, debía tener la agenda junto.
  2. Se vale decir que no: Así como dicen que “el que a muchos amos sirve…”, en la vida freelance es bueno decir que no a una chamba. Sea porque las condiciones son malas o porque ya hay mucho trabajo encima, es válido reconocer las limitaciones. En serio. Existe esta noción de que hay que decir “sí” a todo porque si no ya no nos van a ofrecer chamba ¡error! Lo peor que podemos hacer es saturarnos al grado de no llegar a alguna entrega. Eso sí va a lograr que ya no nos busquen.
  3. Valora tu trabajo: Creo que esto es algo que debería ser materia desde que nos enseñan a sumar y a restar. Hay que valorar nuestra chamba. El truco que a mí me ha servido más es cobrar por hora. ¿Cuánto tiempo me tardo en hacer equis cosa? Además, el costo depende por la dificultad. No forzosamente lo difícil que me se hace realizar algo, sino el nivel de estudios y de esfuerzo que me llevó tener esa habilidad. Por decir: no cobro igual corrección de estilo en español que en inglés, mucho menos si es inglés científico. El vocabulario técnico necesario para corregir algo en inglés me tomó dos años de mi vida y no lo practico tan seguido como el vocabulario “vulgar” que leo en cualquier publicación de blog o en las novelas y cuentos que leo con frecuencia.
  4. No hagas caso del miedo: La cosa en la que podemos destacar como freelances es la cosa a la que nos dedicamos. Mi material de trabajo son las palabras. En dos idiomas: inglés y español. Eso abarca traducir, corregir estilo, corregir redacción y generar contenidos. He procurado mantenerme en la línea de las palabras. Quizá no soy la mejor redactora del mundo, pero en el momento en que me dije “sí puedo hacer esto” las cosas empezaron a fluir.  Y en ese tenor, no hay que olvidar el siguiente punto.
  5. Promociona tu trabajo: Uno puede ser el más fregón del planeta Tierra y sus alrededores, pero si no promocionas tu trabajo, nadie te va a buscar. Los primero talleres que impartí fueron gracias a mi blog. Internet tiene la ventaja de que nos permite llegar a más gente. Así que sí es necesario cacarear los huevos que tenemos en nuestra canasta.

Creo que esas son las mayores enseñanzas que he obtenido en mi vida freelance. Una última cosa vital: el tiempo es un recurso limitado. Si bien trabajar desde casa tiene sus ventajas, hay que saber acomodar nuestro tiempo y aprovecharlo. El día de un freelance no puede iniciar después del mediodía, porque ya no será un día productivo. Hay que establecer horarios para que el tiempo rinda.

Ustedes, ¿tienen consejos para la vida freelance?

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Ayer les platicaba de cómo me enamoré de un anime por culpa de su soundtrack. No ha sido el primer (ni será el último) enamoramiento que sea culpa de la música.

Cuando el estudio Dreamworks llevó a la pantalla grande la historia de Hipo y Chimuelo, quedé cautivada no sólo por la personalidad felina de Chimuelo (y miren que no soy fan de los gatos), sino por la música.

En esa época, mi pequeño tendría apenas 4 años. En la escena en que Hipo lleva a Astrid volando sobre el lomo de Chimuelo, G se quedó viendo la pantalla y me dijo “¡Eso que suena es un violín!”. En efecto, lo era.

 

Romantic Flight

Arte de Sharkie19

 

Las cuerdas son muy importantes en toda la musicalización de esta película. John Powell, su compositor, buscó que cada pieza narrara un momento. Por eso, el soundtrack es tan poderoso. No son meras variaciones de un mismo tema, sino que son piezas compuestas específicamente para ciertos momentos. Ahí radica el peso de este álbum, y la facilidad con que me enchina la piel sin importar cuántos años hayan pasado. Quizá por eso me desilusioné tanto con la segunda película, porque ahí sí son variaciones de un mismo tema, perdiendo la fuerza que se lograba con la película inicial.

Esta suite es ideal para demostrar lo que digo: la fuerza de todas las piezas. Vean a John Powel dirigir:

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=0j1GwG2e1lU?rel=0]

¿A poco no se enchina la piel? Eso es potencia. ¿Cómo no enamorarse de un dragón si viene cargado de esa fuerza?

Como dato curioso: las películas no tienen nada que ver con los libros de Cressida Cowell.

Y, en datos que a nadie le importan, muero por tener un peluche de Chimuelo.

Toothless plush

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Aunque crecí viendo anime, realmente no era una fanática de la animación japonesa per se. Quizá porque de entrada, no sabía que era anime lo que estaba viendo. Conocí muchas historias clásicas, como MujercitasTom SawyerLa familia RobinsonEl lago de los cisnes e incluso (mi favorita) Los cisnes salvajes por sus versiones en anime. No todos eran fieles a la historia original (si han visto la versión anime de El Mago Oz recordarán que hay un punto en que los creadores de la serie se fuman algo bien duro y la historia se va muy lejos, muy rápido).

Claro que no eran sólo historias clásicas las que vi: Dragon BallLos Súper Campeones, algunos episodios perdidos por ahí y por acá de Sailor Moon y de Las Guerreras Mágicas llenaron mis tardes entre semana y mis mañanas sabatinas antes de que apareciera el canal Nickelodeon en mi vida.

Sin embargo, fue a mis 22 años que de verdad me empecé a sumergir en el anime, todo por culpa de un soundtrack.

Cowboy bebop 3

Un chico del call center donde trabajaba en esa época me dijo un día que traía una melodía en la cabeza: “Es de un anime, pero en serio, Nerea, es tan maravillosa la música. Es indescriptible: es un personaje más de la serie.”

Me habló con tanta pasión sobre el dichoso anime, que le pedí que me lo compartiera. Así que al día siguiente llegó con unos DVD’s piratas donde estaban los 26 episodios del western futurista donde Spike era el protagonista.

Al principio me costó trabajo, los primeros dos episodios no me acababan de enganchar. Y entonces, en The ballad of fallen angels, la siguiente escena me pasmó, más que por la secuencia de imágenes, por la música:

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=9POYDoHXUX0?rel=0]

Mi vida cambió a partir de ese instante. En la época de los torrents, hallé la forma de descargar el soundtrack completo (más de 100 canciones realizadas para sólo 26 episodios). Un par de años después, con mi ex novio, sabría que la mente tras esa musicalización era la compositoria Yoko Kanno.

Es tan amplio el espectro de canciones que, como me dijera quien me presentó el anime, es otro personaje: da pie a la emoción de cada episodio. Pero no me crean a mí, vean este análisis:

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=oT9vAL5RCBg?rel=0]

Las canciones de este anime se incrustraron en el fondo de mi cabeza. Soy una persona muy musical y es más probable que recuerde una historia por la música que la acompañaba, que por las imágenes.

Cowboy-bebop-1

Cowboy Bebop es considerado uno de los animes más importantes de la historia, y justo este año cumplió 20 años de haber visto la luz. El año pasado, en mayo, hubo un gif que corrió: Faye Valentine preguntándole a Spike si estaba seguro de lo que iba a hacer “Tan seguro como que hoy es 14 de mayo de 2017”. ¡Oh, Spike! Si supieras que aún no tenemos a los cowboys del espacio como tú y Jet.

La historia tiene tintes filosóficos, particularmente alrededor del existencialismo. Los personajes traen un fuerte bagaje detrás de ellos. Se tatuaron tan en el fondo de mí misma que, cuando cometí la tontería de viajar a Cancún a ver al padre de mi hijo y un amigo (el mismo que me presentó el anime) me preguntó que por qué iba, le respondí una línea de Spike: “No voy para morir, voy para averiguar si sigo viva” (ya sé: drama queen, pero era joven y tonta).

Dejarles mi canción favorita de un OST que dura más de 6 horas está canijo. Vale la pena que revisen todo. Les puedo decir que el disco 3, BLUE, es mi favorito. Pero creo que ninguna canción de las compuestas por Yoko Kanno tiene desperdicio. Para muestra:

 [youtube https://www.youtube.com/watch?v=WKnVaDwUg5s?rel=0]

¿Han visto este anime? Si no, es muy recomendable que lo hagan. Porque de verdad, es un must para los que gustan de buena música y de la animación japonesa.

See you, space cowboys!

Bang

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Si yo tuviera un espíritu animal, sería Cornelia Funke. Esta escritora estudió Pedagogía y luego Ilustración. Se dedica a escribir bellas historias para niños y jóvenes.

Mi primer acercamiento a sus historias fue con Corazón de Tinta, libro inicial de la saga de Tinta (le siguen Sangre de TintaMuerte de Tinta). Curiosamente, ese libro lo leyó toda mi familia y a mí, no me atrapó. No tenía cabeza para leerlo y lo fui dejando relegado.

Cuando mi vida sentimental empezó a ponerse de cabeza, retomé Corazón de Tinta y lo leí en tres días. Me hice del segundo para leerlo en dos días y el tercero en otro tanto. Recuerdo perfectamente que me apegué tanto a los personajes que, en el momento en que parece que Mo, el protagonista, va a enloquecer por culpa de una bruja, me senté al borde del sillón, esperando que no perdiera la cordura. Le comenté a mi ex que disfrutaba muchísimo la forma en que me angustiaba por los personajes. Él no lo entendió.

La magia detrás de los textos de Funke radicaba, para mí, en haber logrado que me preocupara por los personajes lo suficiente como para que cuando ellos sufrían. yo sufriera también. Eso no es tan fácil. Además, para mí era catártico: mi vida estaba de cabeza y poder pegarle ese sufrimiento a un personaje era una forma de vivir mis problemas sin que me dolieran tanto. Hay autores que con sus historias, nos salvan. La catarsis, el identificarse con un personaje, el poder trasladar nuestros problemas a alguien más. Los libros poseen la magia de un portal para desaparecer de este mundo y vivir otras vidas.

De Funke he leído bastantes libros. Son mi punto de escape cuando las cosas van mal. Y es que, curiosamente, cada vez que me he clavado con una historia de Funke ha sido cuando algo se pone de cabeza en mi vida. Cuando me siento tranquila y en paz, no me llegan tanto sus historias.

Mi papá era también muy fan de Funke y la fantasía que ella dibujaba con su pluma. Por eso cuando mi papá falleció, yo me quedé con los libros de Cornelia. Era un punto que teníamos en común. Aunque de momento no he podido leer esas historias. Pero me da cierta satisfacción y cierta paz tener esos volúmenes entre mis repisas.

Es una de las autoras a las que le soy fiel. Ni siquiera el que aún no haya fecha para el cuarto libro de Reckless [historia de la que ha publicado ya 3 volúmenes, dejando el último en tremendo cliffhanger] ha logrado que deje de adorar las historias de ella. Tan las amo, que les dediqué mi columna en Penumbria hace algunos meses, porque sé que en mis momentos más oscuros sus libros estarán ahí, como una faro al que puedo acudir por refugio y confort cada vez que desee mandar todo al demonio.

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Conocí a Neil Gaiman en la Navidad de 2010. El libro fue un regalo traído vía Amazon, cuando no existía Prime y había que rezarle a todos los dioses que llegara a tiempo para la fecha en que se quería obsequiar. Quien me lo dio me dijo “Te presento a tu nuevo autor favorito”. ¿El libro? The graveyard book.

Leí completito el libro que originalmente iba a ser un cuento (el cual encuentran en M is for magic) en dos días. El mundo creado alrededor de un cementerio, el niño criado por fantasmas, la secta extraña que quiere asesinar a Nobody (nuetsro protagonista), todo lo que rodeaba la atmósfera de misterio en el libro del cementerio, me cautivó.

Supe que, en efecto, Neil Gaiman iba a ser uno de mis autores de cabecera. Poco a poco fui descubriendo que era el autor de Coraline, de Stardust, de varios cuentos…

Su forma de narrar las cosas, la imaginación tétrica y desbordante me fueron cautivando. En efecto, se convirtió en uno de mis autores favoritos, a pesar de Sandman, esa historia de culto no es de mi preferidas (aunque ya le estoy dando otra oportunidad).

Ante todo, de Gaiman me gusta la humildad que tiene al hablar de su trabajo. La paciencia con la que explica, las charlas que ha dado. He seguido en redes sociales lo que hace y soy su fan.  Es de los autores que recuerdan que si está donde está es, sí por su habilidad, pero también por sus lectores. Y eso es muy agradable.

Definitivamente, es uno de mis autores de cabecera.

 

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Quien me conozca sabe que he tenido más de un blog en esta vida. Inicié con un blog en la plataforma que Hotmail ofrecía en 2004-2005. Escribía lo que pasaba por mi cabeza, una especie de diario en línea donde firmaba como “Nerea”.

Ese blog me costó pleitos con el papá de G, que me leía y se inventaba sus interpretaciones. También fue la base para mi relación con Aru, que me leía con atención para conocerme más.

Luego migré de ahí a Blogger al tener una cuenta de Gmail (¿se acuerdan que las cuentas de Gmail se obtenían sólo pro invitación al inicio?). El blog de Blogger fue el más prolífico, sin duda alguna. Escribía de mi día a día, sí, pero también de lo que me intrigaba, de las películas que veía, las canciones que escuchaba… tuve en esa época un trabajo de asistente de dirección que no me exigía ni ocupaba mucho, por lo que llegaba a escribir en mi blog para no aburrirme.

Como era un blog muy personal, también se volvió motivo de pleitos con Aru: ¿por qué no me dices las cosas a mí y prefieres escribirlas?, me reclamaba. Siempre me he podido comunicar mejor escribiendo que hablando, y se lo dije en varias ocasiones. Pero él no lo entendía.

Gradualmente fui escribiendo menos en ese blog. Abrí un blog público en WordPress, Pasión y Tinta, donde procuraba ser más profesional y hablar menos de mi vida personal. Un blog dedicado a la creatividad y ala lectura. Mi problema en esta vida es que siempre me han interesado muchos temas diversos. Tuve una temporada en la que abrí hasta cinco blogs para dedicarlos a un tema en específico, pero eso era imposible de alimentar. Me quedé con Pasión y Tinta para darme a encontrar con mi nombre real en la red, y con uno de Blogger para mis pensamientos privados.

Eventualmente ambos fueron cerrados: el rompimiento con mi ex hace un lustro me dejó muy triste y mis textos eran muy oscuros. Abrí este sitio para recuperar mi nombre en la red y otro privado en blogger para mis experimentos literarios.

Si me pidieran recontar cuántos blogs he tenido, creo que no podría darles un número. Lo que puedo decirles es que escribir para mí es una necesidad. Supongo que la vida de las letras a veces lo escoge a uno y no a la inversa.

*ESTE POSTEO ES PARTE DE MI #100DAYSPROJECT: DURANTE 100 DÍAS SUBIRÉ UN POST CON ALGUNA ANÉCDOTA PERSONAL O HISTORIA.

Hace muy poco le dije a mi amiga Ave que cada vez que escucho la palabra “Interesante” dicha como respuesta a un planteamiento, en mi cabeza resuena un diálogo:

Azaka: ¡Más divertido que jugar con los mangos!

Los cuatro dioses: ¿Una apuesta?

Ese diálogo antecede un pequeño número musical. Ti Moune acaba de rogarle a los dioses que le respondan si el amor existe, ante todo, si el amor es posible con un chico de los blancos, esos de piel color café suave y modales franceses. Momentos antes, Daniel ha pasado en su coche, a toda velocidad, por los caminos de la isla. Mientras Ti Moune está sentada, aparecen en escena los cuatro dioses: Azaka, diosa de la tierra; Agwe, dios del agua; Erzulie, hermosa diosa del amor y Papa Ge, terrible demonio de la muerte.

Los dioses se ríen de que la niña, una campesina de piel negra, quiere salir con uno de los hacendados. Azaka empieza a cantar:

Azaka: He de encontrar un árbol de mangos, dulces mangos, rico manjar. Toma un mango (lo lanza a Agwe)

Agwe: Un tierno mango, ¡mmmm! (se lo regresa a Azaka)

Azaka: Que esté jugoso, ¡ja!

Papa Ge: ¡Y venenoso! ¡Ah!

Azaka: ¡Tira el mango! (lo lanza hacia Ti Moune, que recibe un manganzo en la cabeza) ¡Pum! Que el golpe la haga entender.

Los otros dioses: Nunca va a entender.

Agwe: La voy a empapar.

Papa Ge: La voy a asustar.

Erzulie: ¡Déjenla en paz!

Los otros dioses: ¿Dejarla en paz?

Erzulie: Déjenla soñar. El amor es poderoso, si el amor es real puede soportar hasta el huracán (Agwe hace una seña de desdén) y a la muerte conquistar. (Papa Ge brinca)

Papa Ge: ¿El amor conquistar a la muerte? ¡Yo podría parar su corazón así! (chasquea los dedos)

Erzulie: (altanera y sin temerle) Tú podrás parar el latir de su corazón, pero jamás dejará de amar, si es lo que la niña escoge.

Papa Ge: ¡Ridículo!

Agwe: Interesante.

Azaka: Más divertido que jugar con los mangos… (volvemos al inicio de lo que narraba)

En mi cabeza, ese diálogo sigue sonando con música y aún podría cantárselos. Porque esa obra me la supe de memoria. Yo, a mis 16 años, fui Erzulie.

En la escuela en la que estudié secundaria y preparatoria existía una tradición: los alumnos de prepa montaban una obra musical cada año. La obra era dirigida por el profe Mario y su esposa era la coréografa. Las audiciones eran abiertas a todos los alumnos de prepa, pero se le daba preferencia a los de sexto para tener un papel, particularmente los protagónicos, pues era su último año en prepa.

En el ciclo escolar 2000-2001, la obra elegida fue Una vez en la isla: la historia de Ti Moune, la campensina que se enamora de Daniel, el hacendado. Una mezcla entre Romeo y Julieta y La Sirenita, si todo pasara en una isla caribeña y en lugar de hados o una bruja malvada existieran dioses que apuestan vidas humanas para ver quién es el más fuerte, el Amor o la Muerte.

Cuando audicioné comenté que me gustaría ser Erzulie: tenía suficiente peso en la historia como para ser ubicada, pero no cargaba con el papel principal. Además, su registro de voz no era tan complicado. Me gusta cantar, siempre me ha gustado, pero de ello no podría vivir.

Los papeles originalmente se los dieron a estudiantes de sexto salvo por el protagónico de Ti Moune, que se lo dieron a una chava de mi generación (es decir, de cuarto de prepa) y los papás de Ti Moune que eran de quinto. Fue un montaje accidentado que casi acaba cancelado.

Todo el primer acto de la obra estaba cargado de coreografías pesadas y nuestra coreógrafa era inclemente: debíamos dominar el cantar y bailar al mismo tiempo. Los ensayos era muy exigentes. El elenco no era tan entusiasta como los profes deseaban y amenazaron con cancelar la obra si no dominábamos las coreografías para equis fecha.

El elenco decidió convencer al profe Mario de que sí podíamos montar la obra y empezamos a ensayar por nuestra cuenta hasta dominar cada coreografía cantando sin sofocarnos. En el proceso, algunos alumnos desistieron. Nos quedamos sin Azaka, sin Erzulie y sin otros personajes. Al demostrarle al profe Mario que sí queríamos montar la obra, se hicieron nuevas audiciones. Me quedé con el papel de Erzulie.

Mi antagonista, Papa Ge, era interpretado por Javier Ruiz, un chico de sexto que disfrutaba mucho su papel de villano y que me ponía sumamente nerviosa. En la escena que les describí, me intimidaba. No lograba mantener mi mirada impertubable. Javier se propuso amedrentarme hasta que ya no lo consiguiera, para que el día de la función me quedara de lo más ecuánime cuando debía sostenerle la mirada antes de apostar la vida de Ti Moune. Javier lo logró.

Montar una obra de teatro es una tarea titánica. Requiere mucha pasión. Mucho esfuerzo. Se forma un vínculo entre los actores y los chicos de producción. Es un trabajo desgastante que da muchísima satisfacción al final. Nosotros nos tomábamos en serio el montaje. Aunque sólo fuera para presentar la obra en dos funciones el mismo día, el trabajo de un ciclo escolar completo era con el ahínco de quien va a tener una temporada larga.

Descubrí lo mucho que me gustaba estar en un escenario, bailar (aunque sea una piedra para ello), cantar y ser parte de una familia de locos que desean presentar una obra de teatro.

Una vez en la isla fue mi acercamiento inicial al teatro musical, amor a primera a vista. Y ahora sé que algún día la debo ver en Broadway: en diciembre de 2017 fue re-lanzada y actualmente hay funciones. Quizá se me haga ver a esos personajes que se enraizaron en mí (y que suenan en mi cabeza, aunque Ave me llame loca por ello) desde hace casi veinte años.

*Este posteo es parte de mi #100DaysProject: durante 100 días subiré un post con alguna anécdota personal o historia.

Era sexto de primaria. Mario estaba “enamorado” de mí desde tercero. Me escribió una carta en código (firmada con su sangre… no, no exagero) y durante el campamento de fin de año me reprochó el que casarnos en la kermés del Día del Niño no había significado nada para mí al tiempo que lanzaba, enfurecido, la argolla que la maestra del Registro Civil le había dado cuando se casó conmigo. Llevaba todo el año escolar diciendo que yo era una hechicera, que con un embrujo le había robado el corazón, sólo para burlarme de él y su dolor.

Yo no era ni hechicera ni maliciosa. Sólo era una niña de 12 años que no pensaba todavía en novios ni relaciones formales. Para mí, el Registro Civil de la kermés era lo que era: un juego, no una unión seria. Y si bien resolver códigos en cartas era divertido, no le veía nada de romántico a que alguien se lastimara para sacarse sangre y firmar una carta.

En secundaria, fuimos a escuelas distintas. Aunque Mario siguió siendo una sombra a mi alrededor durante el primer semestre de mi primer año de secundaria. Aparentemente la historia de la malvada hechicera trascendió de tal forma que la novia de Mario, alguna niña que conoció en su secundaria, decidió liberarlo de mi poder de la mejor manera posible en 1997: bullénadome por teléfono. Todo ese año escolar tuve prohibido responder el teléfono en casa tras la llamada enemil de niños que yo no conocía y que hablaban para insultarme, porque ahora Mario era de alguien más. “Por mí, que se lo queden” pensaba yo fastidiada.

En segundo de secundaria, me compraron unos zapatos negros con hebilla plateada al centro. Los zapatos eran un poco cuadrados y a mí me gsutaban mucho. Mis amigos (chicos de 13, 14 años que apenas estaban aprendiendo a congeniar con las niñas y las hormonas, como cualquier adolescente de segundo de secundaria) decidieron que esos eran zapatos de bruja. Uno de ellos, que venía de la misma primaria que yo, alentó a los demás a amarrarme a un psote y prenderme fuego con un mechero de Bunsen. Consiguieron amarrarme, pero en lo que trataban de hurtar un mechero de algún laboratorio, yo me escapé. No recuerdo si por mi propio medio o porque la prefecta me fue a liberar porque ya habían llegado mis padres por mí.

Sin embargo, aunque intentaron prenderme fuego, me gustó el apelativo de bruja. Las brujas tienen poderes. Son seres que guardan sabiduría. Y claro, era mejor que ser llamada alienígena o monkekey (ambos apelativos que también me llegaron a decir). Y si desde primaria se me acusaba de misteriosa (por introvertida y amante de los libros), de lanzar hechizos (¿supongo que me consideraban guapa? no sé, yo durante toda mi vida escolar me consideré de lo más equis) mejor apropiarse del mote y portarlo con orgullo.

En quinto de prepa tuvimos que grabar, para la clase de Redacción, una película cuyo guión escribiéramos nosotros. Como la escritora del equipo era yo, mi equipo se tuvo que atener a las consecuencias. Redacté la historia de una bruja y un par de vampiros que estaban compitiendo por ganarse el favor de un demonio. Para lograrlo, había que sacrificar a un humano. La bruja trataba de hacer que el humano se enamorara de ella. Los vampiros tenían que impedirlo. Recuerdo que al final la bruja muere, desangrada por uno de los vampiros. La escena final iba acompañada de Sweet Dreams (la versión de Marylin Manson) e implicó muchas repeticiones de la misma, ergo, varias mordidas y escurrimientos de sangre falsa por mi cuello.

En sexto de prepa, cuando estuve en el taller de Creación Literaria, tuve que leer Rayuela. El mote de “La Maga” me gustó, aunque ella estuviera un poco loca y su romance con Oliveira fuera un tanto cuanto disfuncional. Empecé a firmar mis textos de Creación Literaria como La Maga. Mi amiga Khalú, quien había sido vampiresa en la película de quinto, decía que no me iba: “Eres una bruja, siempre lo has sido”. La verdad es que ninguno de los del taller me identificaba como maga. Desistí.

Cuando empecé a bloguear por ahí de 2005, retomé la idea de ser bruja. En la época en que la era un peligro que la gente supiera quién era yo, tener seudónimo era lo más normal. ¿Y por qué no darle una personalidad particular a ese nombre de pantalla? Nerea, la bruja morada.

Lo curioso es que el personaje se fue virtiendo en mi realidad. O mi realidad se vertió en la bruja, no lo sé.

Mis amigos me dicen bruja. No todos, pero los que lo hacen no es con malicia, no es despectivo. Es de cariño, y me encanta.

Empecé a escribir una historia sobre una bruja alada. La bruja se basaba en mí. Los personajes alrededor de ella, en mis conocidos. Poco a poco fui nombrando a todos los que han significado algo en mi vida: la Reina de los Conejos; Tori, la juglar asesina, los piratas del Yazhegueri (Kito, Lena, Esmirna), el demonio Rhaz’ec, los Caballeros de la Luz; Lunna, la bruja pasiva, la bruja Yvaine, y la lista sigue. Me cuento historias para entender el mundo. Me cuento historias para evadirme del mundo. Y en esas historias, siempre me he identificado como bruja.

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Puse mi listado de canciones guardadas en Spotify en “aleatorio” y me puse a trabajar. El listado, en cierto punto, me arrojó una canción de una de mis bandas favoritas en la vida: Sister Hazel.

Sister Hazel es una banda gringa, originaria de Florida, a quienes creo que sólo dos amigas mías y yo conocemos en México. Bueno, y la persona que me los presentó: mi ex, Aru. Él conoció a la banda porque su tema Change your mind es la canción que sale en los créditos de la película Al diablo con el diablo (la versión de Brenda Frasier y Elizabeth Hurley)

 [youtube https://www.youtube.com/watch?v=Y944YxuE1OU?rel=0]

Cuando conocí a Aru (¡hace diez años ya!) me pasó dos canciones de esta banda, la antes mencionada y Sword and Shield. La buena vibra de Sister Hazel logró que me volviera fan from hell de ellos y me hiciera, en la época previa a Spotify y Apple Music, de toda la discografía (¡gracias, torrents!). Mi obsesión también hizo que en algún aniversario, pidiera vía CD Universe el álbum Absolutely para regalárselo a Aru. Ese álbum se volvió mi segundo favorito de la banda.

Curiosamente, una de las canciones causó un pequeño desencuentro con Aru:

Una de las canciones despertó en mi mente toda una secuencia digna de video, todo animado. Dos personajes, un hombre y una mujer, que se añoran y están separados por un acantilado. Me imaginaba olas pegando en cada acantilado, aves volando, momentos en los que estuvieron juntos, pero ahora todo era en la memoria de uno de ellos.

Le narré toda la idea a Aru, quien me observó serio.

—Me imagino perfecto a quién se la dedicarías.

Me quedé en blanco, sin saber de qué hablaba.

—Vamos, seguro piensas en el Mago Negro.

El Mago Negro, deben saber, fue un chico con el que salí antes de conocer a Aru, pero con quien mi relación fue clandestina. La verdad es que no había relacionado la idea loca de video animado con el Mago. Se lo dije a Aru. Él insistió. Insistió tanto que lo logró: Meet me in the memory, la dichosa canción, se convirtió en la rola que me hacía pensar en el Mago.

Hoy que sonó dicha canción, me sonreí. Durante ucho tiempo, la nostálgica canción me causaba una desazón extraña. No tanto por el Mago Negro (él jamás se enteró de la anécdota), sino supongo que por Aru en sí. Empero, hoy que sonó, en mi cabeza volvió a correr el video animado de personajes de bolitas y palitos, tan vívido como la primera vez que lo imaginé. Me puso de buenas que mi mente alborotada siga imaginando cosas con sólo ponerle una canción.

Fue una mini profecía del autocumplimiento, pero como lo único constante en esta vida es el cambio, la canción ya no me entristece. Sí, sí es una canción triste, pero tengo una obsesión clavada ocn las canciones azules. Ya les platicaré más de ello. Lo bonito es que todo en esta vida se puede resignificar.

Les dejo la mentada canción:

 [youtube https://www.youtube.com/watch?v=OqBPFRMikE8?rel=0]

Hoy en día, Sister Hazel me suena a lo que es: la banda que me pone de buenas porque me la apropié de tal forma que puedo identificar cada una de sus canciones para resolver un problema o cambiar mi ánimo. Y eso es muy feliz.

*Este posteo es parte de mi #100DaysProject: durante 100 días subiré un post con alguna anécdota personal o historia.