Hoy en día, uno de los términos que están de moda en un mundo que está buscando ser más sano, es “Mindfulness”. No he hallado una traducción que me agrade al 100% pero podemos referirnos al acto de ser conscientes y estar presentes en el momento. Este acto de conciencia y presencia es uno de los pilares básicos de la meditación. Lo único que importa es este momento, no lo que ya pasó, no lo que aún no ocurre.
La idea de ser mindful es saber vivir lo que nos ocurre en el momento y la mayor herramienta para saber hacerlo, es la meditación. Meditar no es, como yo pensaba antes, dejar la mente en blanco y ser capaz de no pensar. Por el contrario, es poder ver el fluir de la mente sin ser arrastrado por los pensamientos. Lo que nos ocurre normalmente es que en la cantidad vertiginosa de pensamientos que tenemos a diario, uno capta nuestra atención y nos lleva lejos. Estamos acostumbrados a perseguir los pensamientos, en lugar de dejarlos ser.
Hace algún tiempo, decidí tratar de aprender a meditar. En mi día a día es complicado que me dé espacios sólo para mí, por lo que ir a un sitio en particular para poder aprender estaba difícil. Por ello, recurrí a la bendición/maldición de nuestros días: una aplicación móvil.
Descargué varias para probar. Lamentablemente no topé con una en español que me convenciera. Las dos que más me gustaron fueron Headspace y Calm.
Headspace da explicaciones muy claras, con pequeños videos, de lo que sí es y lo que no es la meditación. Calm, en cambio, tiene varios programas que van de los 7 días hasta los 21 días, enfocándose en temas en particular, como saber lidiar con la ansiedad, entender qué es la felicidad o saber relajarse para dormir. La ventaja de Calm, para mi gusto, es que cuenta con algo llamado Master Class donde se habla con expertos de forma muy breve (ninguna clase es de más de 20 minutos en total) de temas de nuestro hoy tan estresante: la adicción a los dispositivos móviles, el comer a conciencia, qué es la felicidad, qué es la depresión y por qué debemos descansar.
Ambas aplicaciones tienen la versión gratuita, que da una probadita, y lo demás se desbloquea pagando una suscripción. Yo opté por sí pagar la suscripción anual de Calm y siento que sí vale cada peso.
Ayer fue mi sesión número 100. Si bien he procurado meditar con constancia, sólo he logrado llegar a 100 sesiones en lo que va del año. Pero sí he notado cambios en mí misma.
Las ventajas en mi vida de meditar
Meditar, al menos 15 minutos al día, me ayuda a relajarme. He podido manejar mucho mejor el estrés gracias a lo poco que he aprendido sobre la meditación. Concentrarme en mi respiración me sirve para enfocarme en el momento y no dejar que las cosas que no puedo controlar en esta vida (que obviamente son muchísimas) me sobre pasen. Además de que enfocar mi atención a una única actividad también me ha servido mucho. No me había dado cuenta de lo fugaz que se ha vuelto mi atención en los últimos años. Siempre he querido hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero ahora estaba cayendo mucho en el querer “multitaskear”: ver una serie de Netflix, mientras chateo por WhatsApp y respondo un mail. No le prestaba atención a nada realmente. Ha sido un gran esfuerzo aprender a prestarle atención a una cosa a la vez. Pero ese esfuerzo se ve recompensado con el poder retomar un ritmo de trabajo y de lectura más “productivo”. Tardo menos tiempo en realizar una actividad. Y cuando hago algo, realmente lo disfruto porque le dedico mi presente.
También el meditar me ha ayudado a recordar que lo único que puedo controlar son mis emociones, mis pensamientos y mis reacciones. Por ejemplo, el día que mandé al demonio a un chico con el que estuve saliendo porque me dijo que no le desagradaba mi compañía pero no era como que me extrañara, meditar fue lo que me dio la calma para recordar que puedo controlar mi reacción y el dejar que alguien siguiera valorándome menos de lo que merezco. No podía controlar el que dicho chico quisiera salir conmigo o me extrañara, pero podía controlar el darme mi lugar y salir de una relación viciada. ¿Dolió? Sí, claro. Pero no tanto como si me hubiera aferrado a algo que estaba fuera de mis posibilidades.
¡Ah! El saber dejar ir. El no apegarse demasiado. Son temas que me cuestan trabajo, pero que he ido aprendiendo poco a poco. La verdad es que le he hallado muchos beneficios en mi día a día y en mi humor a la meditación, por eso procuro que sea constante. Seguiré intentándolo.
Y ustedes, ¿meditan? ¿Qué piensan del mindfulness?