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Su trayectoria y aporte a la cultura, desde la poesía y la filosofía, quedan para nosotros.

Hoy falleció el poeta catalán Ramón Xirau. Mi primer acercamiento a él fue en la faceta de filósofo, cuando me dieron el libro de Introducción a la Historia de la Filosofía, editado por la UNAM. Su forma de escribir se me hizo clara y acertada, cosa que me enamoró de sus letras.

Filosofía

Considerado uno de los estudiosos más prolijos de la poesía mexicana, contribuyó al esclarecimiento de las escuelas contemporáneas en materias de literatura y filosofía.

Su trayectoria es envidiable. Formó parte del Comité Editorial de Filosofía. Para el Fondo de Cultura Económica, publicó gran parte de su obra. Por mencionar algunos títulos: Sentido de la presencia: Ensayos (1953); Antología personal (1976); Nuestra dependencia fronteriza (1976); Poemas (FCE, 1989); Disco Entre voces. Poesía de Ramón Xirau (2004); Vida y obra de Ramón Llull. Filosofía y mística (2004.

Nació en Barcelona, España, el 20 de enero de 1924, y llegó a México a los 15 años, desde Nueva York, en un autobús Greyhound, junto con sus padres, cuando escaparon de la Guerra Civil Española. Se nacionalizó mexicano en 1995.

Estudió la licenciatura y maestría en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y cursos especiales en París y Cambridge; así como el seminario de Filosofía en el Instituto Francés de América Latina y el de Estilística en El Colegio de México. Fue investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, profesor de la FFyL-UNAM y de diversas universidades extranjeras.

Fue miembro de las comisiones editorial y dictaminadora de la FFyL-UNAM y del consejo interno del Instituto Internacional de Estudios Superiores; del consejo interno de posgrado de la FFyL, del comité de becas de El Colegio Nacional y del consejo para la publicación de obras filosóficas en el Fondo de Cultura Económica.

De entre los múltiples reconocimientos que recibió se encuentran el Premio Internacional Alfonso Reyes (1988) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la especialidad de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (1995).

Fue doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Barcelona, España (1984), y por la Universidad de las Américas (México), Investigador Emérito de la UNAM y Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores (1993).

Como verán, se trata de una gran pérdida para la comunidad cultural del país. Descanse en paz.

*Con información del Fondo de Cultura Económica

 

Por Jaime Sabines

Ilustración “It comes and goes” de Christian Schloe

 

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

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