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Hoy, 2 de abril, es el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Este día se marca en el aniversario de nacimiento de Hans Christian Andersen. IBBY organiza varios eventos al respecto.

Pero para mí, lo mejor que se puede hacer es hablar de libros. Recomendarlos como si de salvavidas se tratara. Así que, para el día de hoy, los invito a leer varias historias:

Una de súper héroes

Bajo la máscara – BEF:

Para los amantes de los súper héroes, ésta es una historia que ocurre en la Ciudad de México, donde dos chicos adolescentes tienen súper poderes y buscan mantener a salvo a la CDMX. Pero ¿qué ocurre en un mundo donde deben mantenerse ocultos? ¿Es tan fácil para un adolescente cumplir con sus deberes de estudiante y salvar a los ciudadanos? Una historia divertida que mi peque (fanático de los cómics) amó.

Bajo la máscara

Una de amor

Un beso en tu futuro – Raquel Castro:

Una historia honesta sobre el primer amor, en ese momento curioso entre dejar de ser niño y empezar a ser adolescente. La historia de Nancy, contada en primera persona, nos remite a nuestra época de secundaria. Se trata de una novela juvenil honesta, divertida y con diálogos memorables (rasgo característico de Raquel, que nos da personajes que hablan de forma muy natural y cero telenovelesca).

Un beso en tu futuro

Una de cuentos infantiles

Reckless – Cornelia Funke

Inspirada en los cuentos de los hermanos Grimm, Cornelia Funke crea el mundo detrás del espejo: una tierra donde todos los personajes de los cuentos infantiles son reales y Jacob Reckless es un caza recompensas humano. Jacob divide su tiempo entre el mundo humano y el mundo del espejo. Todo se complica cuando su hermano menor viaja al mundo del espejo y se transforma por culpa de una maldición. Al momento tenemos 3 libros publicados y sigo esperando el cuarto. Es una saga de aventuras que entrelaza cuentos clásicos con una imaginación amplia.

Reckless

Una(s) de pingüinos

Arriba y abajo; Perdido y encontrado – Oliver Jeffers

Dos de mis libros álbum favoritos en la vida son las historias del niño y el pingüino, escritas e ilustradas por Oliver Jeffers. Historias tiernas, sencillas, donde (como en todo buen libro álbum) la imagen llena los espacios en blanco que dejan las palabras. Amo al pingüino, un animalito de lo más tierno y noble.

Perdido

Si quieren conocer más historias infantiles y juveniles, les dejo aquí el playlist de recomendaciones que hemos hecho G y yo. Igual pueden leer mi columna en Penumbria, dedicada a este tipo de historias.

Leer 1

El inicio de año siempre es esa oportunidad para hacer propósitos, plantearnos objetivos y hacer cambios en nuestra vida. O para retarnos a salir de nuestra zona de confort.

Si bien yo no creo en los propósitos (me gusta más plantearme un par de objetivos a cumplir durante el año y trabajar para alcanzarlos) me gusta mucho ver qué retos surgen en las redes sociales. Hay retos de todo tipo: para escribir, para leer, para ser mejor persona. Es por eso que hoy les traigo un par de retos que he visto que se han lanzando en las redes sociales.

Retos de Lectura

Primer reto anual de Los Comicólogos: 12 cómics para vivir un año increíble

Los Comicólogos es un grupo de chicos que leen y hablan sobre cómics. Es por eso que su reto de lectura es, claro, de lectura de cómics. Es un reto intenso que ellos mismos clasifican como de dificultad mediana. Si es su acercamiento a los cómics tal vez no sea tan fácil entrarle a todas las opciones que ellos plantean, pero ¡hey! Hay que explorar alternativas ¿no? Conozcan el reto completo aquí.

Reto Comicólogos

12 libros en un año: Catadores de Libros

La cuenta de @catadoresdelibros lanzó un reto sencillo de lectura. Un libro por mes, donde hay que cumplir con una característica. Este reto ya se volvió viral (quizá por la simpleza del mismo) y es ideal para empezar a leer.

retolector

Reading Challenge: Goodreads

Cada año, la plataforma para compartir tus lecturas, citas y autores favoritos invita a sus usuarios a retarse a sí mismos poniendo una cantidad de libros para leer en el año. Acá la idea es poner un número e ir registrando a lo largo del año las lecturas hechas. Uno puede ver qué retos se han impuesto sus amigos. Si eres fan de la plataforma Goodreads, seguramente ya estás familiarizado con este reto tan sencillo o tan complicado como desees imponerte.

Retos de Escritura

#Escritura2018

El año pasado a través de sus transmisiones de Periscope (que ya han migrado a transmisiones en YouTube) los escritores mexicanos Alberto Chimal y Raquel Castro lanzaron la iniciativa #Escritura2017 para cumplir un objetivo de escritura. No era un taller ni nada similar, simplemente compartir con el mundo algo escrito, mientras que Alberto y Rauqel lanzaban cada mes ideas para trabajar mejor como escritor.

Este año, la iniciativa regresa con más fuerza: #Escritura2018. El reto lo pones tú mismo: el chiste es escribir. Los videos que suben Alberto y Raquel son un buen apoyo. El hashtag sirve para encontrar en Twitter a los que participan, comparten dudas y herramientas y vuelven un trabajo personal en algo compartido. Conozcan la invitación a escribir aquí.

Reto semanal de escritura: 52 semanas para escribir

Jorge Tirzo lanzó una serie de ideas para escribir este año. Son 52, una por semana, porque como él mismo explica, funciona mejor cuando tiene fechas de entrega. Es un reto que queda a la par de #Escritura2018 y que da buen punto de partida si la idea es ejercitar la pluma. Pueden ver el listado acá.

Retos de mejora personal

#BohoBerryChallenge

Los que son parte de la comunidad de BuJo conocen a Kara Benz, aka Boho Berry (o de menos la han visto mencionada) que es una de las grandes gurús que hay al respecto del uso del Bullet Journal como herramienta de productividad y de autocuidado. El autocuidado no es sólo el hecho de darse tiempo para uno mismo, sino también el hacer pausas para ver cómo estamos y a dónde vamos.

Por eso, los retos que ella lanza mes con mes (que acaban siendo 365 días de reflexión) se me hacen ideales. Cada mes, ella saca un listado de los “prompts” para reflexionar, todos alrededor de la temática del mes. El de enero es para ver dónde está cada quién, un buen punto de partida para analizar a dónde queremos llegar este año. La actualización es en el blog de Kara y pueden ver el reto de enero acá.

BBC-JAN

¿Qué dicen? ¿Se apuntan a algún reto? ¿Qué retos son los que les interesan?

 

Hablemos de las propuestas para el primer cuatrimestre del año

Con el inicio de un nuevo año, llega un sin número de listas de retos, propósitos, recuentos anuales et al. He visto ya varias imágenes de retos de Lectura para este año y si bien son buenas propuestas, no me convencen del todo.

Yo sé que debo un post sobre recomendaciones para este año, basándome en el libro favorito del año pasado de varios de mis amigos y conocidos, pero como me salieron con muchos que desconozco (ergo, debo investigar un poco para no hacer las cosas al aventón) mientras les propongo un ejercicio, aparte. Ustedes saben que en general leo cosas de la llamada Literatura de la Imaginación, así que mis recomendaciones tienden a inclinarse hacia esos lares, aunque no significa que siempre recomiende algo del tipo.

Es una sugerencia de lectura para, al final del 2017, haber leído al menos 12 libros (13 si consideramos un bonus que pondré para diciembre). La imagen ya la dejé en mi Facebook y mi Twitter, pero pongo a continuación el listado y un par de sugerencias. Los libros que pongo a continuación son sugerencias, pero no se trata de que lean esos libros si deciden entrarle al reto. De hecho, me gustaría saber qué van a leer ustedes: los invito a que compartan conmigo lo que leen. Y también ¡acepto sugerencias de hashtag para Instagram y Twitter!

lectura-2017

Enero: Un libro de cuentos

Los cuentos son un buen calentamiento, creo yo, para leer un libro completo en un mes. Uno puede leer un cuentito al día y de repente ¡pum! Ya acabó el libro.

Demasiada felicidad. Alice Munro.  (Es el que voy a leer) Un buen día caminando en un tianguis de libros de viejo, a donde me llevó un querido amigo, observé el libro ahí y le comenté a mi amigo que jamás había leído algo de Alice Munro. Acto seguido, mi amigo me regaló este libro. Con él pretendo iniciar el año.

  • Cuentos inolvidables según Julio Cortázar. Antología. Aquí caben desde Borges hasta Carrington, pasando por Poe y Tolstoi. Lo edita Alfaguara.
  • La tienda de los sueños. Antologado por Alberto Chimal. Casi un siglo de cuentos (de la Literatura de la Imaginación) mexicanos.
  • After the people’s lights have gone off. Stephen Graham Jones. Cuentos de terror. En inglés.
  • The best american science fiction and fantasy 2015. Editado por Joe Hill. Es una BOMBA. Está en inglés y se consigue en El Péndulo.

Tienda sueños

Bonus: Si son fans del Kindle: Help me fund my robot army and other improbable crowdfunding projects. Sólo disponible en digital (buuu, yo muero por leerlo y no lo he conseguido, pero ya leí uno de los cuentos de la antología). El formato de TODOS los cuentos es como una página/proyecto de Kickstarter. Es un ejercicio narrativo muy interesante. Lo consiguen acá

Febrero: Fantasía escrita por una mujer

Hay autores de fantasía muy chidos y ya de culto. Neil Gaiman (mi amor), Terry Pratchett, Philip K. Dick, Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft (los dos últimos mis gurús literarios cuando me inicié en los caminos de la escritura), pero también hay autoras MARAVILLOSAS. ¿Cuánto han leído escrito por mujeres? Yo caí en la cuenta de que no había leído a tantas mujeres y pues, ampliar los panoramas cae bien.

Brave Story. Miyuki Miyabe. (Es el que voy a leer) OK, me estoy poniendo un standard medio complicado porque es un tabicote de casi 900 páginas para leer en el mes más corto del año (¡gulp!). Pero es una historia casi de culto que ya ha sido re-editada como manga y como libros artísticos y locos como sólo los japoneses saben hacerlo. Así que ¿por qué no?

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  • Cuando Santa cayó del cielo. Cornelia Funke. Lo edita Siruela en conjunto con el Fondo de Cultura Económica y es una historia muy bonita. Además, trae unas ilustraciones muy monas.
  • The girl of ink and stars. Kiran Millwood Hargrave. Ya les había dicho que es una historia escrita por una chica inglesa que me cautivó por la sencillez y por la valentía de Isa, su protagonista.
  • Loba. Verónica Murguía. Dragones, magia, amor, lobos, batallas épicas, maldiciones, todo en esta historia de autora mexicana que le mereciera el Premio Gran Angular de SM hace un par de años.
  • Magonia. Maria Dahvana Headley. Ya debo tenerlos hartos con esto, pero es que en serio: ¡hay que leerlo!
  • Reckless. El goyl de Jade. Cornelia Funke. El inicio de la Saga del Espejo, cuyo final no ha salido (pero ya tiene tres libros publicados). Imaginen que todo lo que escribieron los Hermanos Grimm está basado en un mundo real, que se encuentra del otro lado del espejo. Un chico, Jacob Reckless, es cazador de tesoros ahí. Y de repente, su hermano menor se pierde en ese mundo…

 

Marzo: Algo escrito por un autor mexicano

A veces me da un poco de cruda moral el saber de tantos autores extranjeros y saber tan poco de los propios. Así que qué tal abrir algo de nuestros compatriotas.

Xanto. Una novelucha libre. José Luis Zárate. (Es el que voy a leer) Pendiente en mi eterna lista de pendientes, ahora es cuando sumergirse en esta historia.

xanto

  • Ojos llenos de sombra. Raquel Castro. Fue premio Gran Angular hace algunos años. La historia de Atari tomando una decisión trascendental para su vida va acompañada de mucha música y vibra dark.
  • La torre y el jardín. Alberto Chimal. Es una novela compleja. Horacio Kustos sale en ella. Le tomó muchos años a Alberto escribirla y fue finalista en el Premio Rómulo Gallegos. Se van a sorprender.
  • Adiós a Dylan. Alejandro Carrillo. Con esta novela Ale, director del sitio Tinta Chida, ganó el premio Mauricio Achcar 2016.  Curiosamente cuadró perfecto con el Premio Nobel de Literatura del año pasado.
  • El ladrón de sueños. BEF. Videojuegos. Niños que no pueden despertar. Heroísmo al pelear contra las pesadillas. Geek, mágico y gamer hasta la pared de enfrente.

Abril: Un libro para niños (o catalogado LIJ)

Insisto en que el público más complicado es el infantil. Es el más exigente. Por eso suelen ser las historias más ocurrentes (y las menos condescendientes) las que trascienden en este ramo.

El hombre que fue un mapa. Ignacio Padilla. (Es el que voy a leer) Supe la conmoción (y la tristeza) que la pronta partida de Ignacio Padilla provocó entre los que lo conocieron. Y aunque este libro existe en la biblioteca y mi hijo lo amó, yo no lo he leído. Llegó el momento.

mapa

  •  El libro salvaje. Juan Villoro. Ya es un clásico entre los fanáticos de la LIJ. De repente uno se da cuenta de que, a veces, son los libros quienes lo escogen a uno.
  • El Mago desinventor. Marco Costa. Sigue siendo de mis favoritos de la colección A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica. Un mago se harta del mundo desgastado por los humanos y desinventa todo: coches, televisión, radio… una pandilla de niños entra a casa del Mago para saber qué ocurre y acaban cayendo en dos futuros alternos.
  • Nicolás San Norte y la batalla contra el rey de las Pesadillas. Wiliam Joyce. ¿Vieron la película de Dreamworks “El origen de los guardianes”? Se basa en la saga de Guardianes de William Joyce y la primera parte nos presenta a Nicolás San Norte, y cómo se convirtió en el héroe de todos los niños. Oscura por momentos, no es la típica historia sobre Santa Claus.
  • Cómo entrenar a tu dragón. Cressida Cowell. Spoiler alert: No tiene NADA que ver con la película de Dreamworks. Es una historia muy divertida (me hizo soltar carcajadas) aunque Chimuelo no es como el séptimo arte nos lo pinta.

Ahí las sugerencias del primer cuatrimestre del año. ¿Qué agregarían? Anímense. Compartan conmigo sus lecturas de este 2017.

En estos días he estado leyendo cosas en las redes sociales que me causan conflicto, un conflicto más añejo que yo (seguro), pero no puedo evitar sentir una leve rabieta anidar en mi pecho.

Se ha convocado a una marcha, teóricamente en nombre de la familia, en contra de… ya no sé de qué tanto. Pareciera que es para borrar de un golpe los derechos que trabajosamente se ha otorgado a la comunidad LGBT. Pero con todos los comentarios que he visto surgir, más bien pareciera que nos quieren aventar de un golpe al medioevo.

He visto gente que clama que la familia nuclear son papá-mamá-hijos, cualquier otro tipo de congregación social que comparta techo (y posiblemente lazo sanguíneo) queda invalidada.

¿Cómo por qué? Porque ellos (los que están detrás de esas imágenes, de la idea de la marcha, del odio) lo dicen.

Con esas ideas, acaban de mandar al olvido a mi pequeña familia. En mi casa vivíamos, hasta hace un año, mi papá, mi mamá, mi hermana, mi hijo y yo. Ah, sí, y Romi, la perrita. Después mi papá falleció, mi hermana se fue con mi prima y quedamos mi peque, mi ma, dos perros medio critters y yo en la casa. Según las declaraciones que rondan las redes como soporte para marchar en pro de la familia, nosotros aún con mi papá, no calificábamos como una familia.

Como madre soltera ya me he enfrentado en infinidad de ocasiones a la idea de que sin hombre no sólo estoy sola, sino incompleta. Creo que la peor fue cuando una de las mamás de los compañeros de mi hijo en la escuela me dijo “Debe ser horrible ¿no? Ser mamá de un hijo varón y no tener un hombre a tu lado que le enseñe a ser… hombre verdadero”.

No sé por qué la gente piensa que yo sola no puedo criar a un ser humano decente (y ojo, sola a medias, porque cuento con el apoyo de mi familia… y sí, ahorita en mi familia inmediata somos básicamente mujeres). Es como pensar que una pareja que opta por no (o no puede) tener hijos deja de ser familia automáticamente.

Me entristece también que esos argumentos, que deshumanizan, estén peleando por retroceder en el tiempo.

Yo tengo varios amigos de la comunidad LGBT y me indigna que los hagan menos por su preferencia sexual. Y antes de que alguien respingue: entre mis amigas hay lesbianas y bisexuales [digo, antes de que me salgan con el “como te llevas con hombres homosexuales por eso no te importa, porque si fueran mujeres tratando de ligarte te espantarías”] ello no me impide quererlas. Ah, claro, y tampoco significa que me tiren la onda (hombres hetero: en serio a toda mujer le tiran la onda no más porque le gustan los hombres, aunque no sea de su gusto? ¿no? Así igualito los gay tienen sus gustos y no le tiran a todo, no jodan).

Comentaba con mi mamá que por fortuna en mis redes sociales, cada que comparten esas imágenes de la marcha es con indignación: no he topado con nadie a favor de la idea. Pero eso no implica que no existe gente a favor de la marcha, del ir para atrás, del odio. Las cosas no son negro o blanco. Por eso necesitamos tolerancia. ¿Cuánta gente allá afuera es tan intolerante o tiene tanto miedo de lo que no conoce que está a favor de estas ideas?

Me aterra porque son esos discursos los que estamos viendo crecer poco a poco con la (mala) retórica de Trump: eso que no entienden, que ven como amenaza, ha de eliminarse.

En un mundo distópico donde la gente a favor de la marcha por la familia gana la guerra que se desata, mi hijo y yo tenemos que huir para evitar que nos encierren: a él para reprogramarlo mentalmente para que sepa que fue huérfano y que es su deber conseguir una buena mujer para tener hijos con ella y formar una familia, y a mí para dejarme en un calabozo por insurrecta al pugnar por decir que sí soy una familia monoparental.

No es tan distópico ¿saben? Para el gobierno de la Ciudad de México no soy madre soltera, porque a pesar de que el papá de G no existe en el panorama desde hace más de 8 años, firmó el acta de nacimiento: con eso queda claro que no estoy sola. Que en la práctica no haya figura paterna para mi peque los tiene sin cuidado. El mundo está más de cabeza de lo que pensábamos.

Por favor, gentecilla, no fomenten el odio. Dense cuenta de que existen muchos tipos de familia, tantos como personas. ¿Cuándo haremos caso del “Vive y deja vivir”?

Cierro con las palabras de mi querida Raquel Castro (publicadas en su Facebook con la imagen que puso inicialmente Alberto Chimal):

Cuando era niña, mi familia era así: papá, mamá, abuela, hermanito, Tina y yo. Tina me cuidaba y no era mi parienta, pero vivía en casa y yo la quería un montonal. Y ella a mí.
Luego, durante un tiempo, la familia fuimos papá, mamá, abuela, hermanito, tíoCarlos, primaTatiz, Bolín y yo. Bolín era nuestro perro. Todos lo adorábamos.
Luego murió mi mamá y nos fuimos a vivir a otro lado mi papá, mi hermano y yo. Y esa fue mi familia. Chiquita y a veces adolorida por las pérdidas (y porque más de dos se empeñaban en que si éramos nomás nosotros tres no éramos familia), a veces ampliada por la presencia temporal de alguna amiga o parienta que se iba a vivir un tiempo con nosotros.
Después mi papá se casó. Y fuimos mi papá, Mary, mi hermano y yo. Y Cuca y Beakman, nuestros gatos.
Entonces me casé yo y me fui a vivir a otro lado. Mi familia fue Alberto, el gato Primo y yo. Y luego se añadió al gato Morris. Así es actualmente y seguirá siendo mientras no se añada algún otro gato, porque Alberto y yo tomamos, hace más de diez años, la decisión de no tener hijos; y no hemos cambiado de opinión.
Claro, mi papá, Mary, mi hermano (que vive en el gringo), mi abuela y mi madre (que murieron), muchos primos y tíos y amistades siguen siendo mi familia del corazón; pero a lo que voy es que la familia nuclear, esa con la que comparte uno el techo y el día-a-día, puede ser muy diferente de una casa a otra e incluso cambiar mucho de una época a otra de la misma persona.
Y nadie tiene derecho a venir a decir que tu familia no es una familia si no se parece a otra. (Una cosa es defender nuestros derechos y otra querer negarle sus derechos a otros. Eso último no se vale).

 

Hace un par de meses, mencionado de refilón en uno de los Periscopes de Alberto y Raquel supe de la existencia de un sitio en línea llamado The Book Depository.

Resultó ser una gran librería en línea que no cobra envío.(¡Toma eso, Amazon!) Los libros salen desde Australia y el Reino Unido y en general salen entre 1 y 3 días hábiles tras haber hecho el pedido. Yo en general he revisado las novelas, pues los títulos que he estado buscando de literatura escrita por mujeres han sido fáciles de encontrar ahí.

Sin embargo tienen libros de todo tipo, además de una bonita sección de ofertas, donde hay varios descuentos interesantes. Una cosa qu en realidad AMO de The Book depository es que reconocen desde dónde estás comprando, por lo que ponen los precios en la moneda nacional. Se me hace muy chido eso, porque puede haber variaciones en el cálculo de los dólares, por ejemplo.

Al crear una cuenta en el sitio, uno puede ir guardando libros en una lista de deseos. Y si los libros que están en la lista se piden, se borran de la lista para que no haya confusiones en el futuro.

Además, su servicio de ayuda es maravilloso. La primera vez que pedí libros uno no llegó. Al avisarles de esto, me dijeron que sin problema me enviaban otra copia, sin cargo extra. Eso fue por correo, pero también atienden vía Twitter.

Por si fuera poco, son muy activos en redes sociales, así que uno se puede enterar de sus novedades al seguirlos en Pinterest, Instagram, Twitter o Facebook.

El único downside podría ser que aunque se pidan varios libros de un golpe, salen por partes, dependiendo de la disponibilidad, lo que significa que pueden llegar varios paquetes de uno o dos libros en lugar de un paquete grande. Tardan aproximadamente un mes en llegar.

Eso sí: cuando llegan los libros, llegan con un bonito separador de libros para colorear.

BD 2

Así que si aman los libros y no tienen inconveniente en leer en inglés (también hay selección en español, pero no es tan amplia como lo que hay en inglés) este sitio les puede gustar.

Hace unos tres años, cuando tomé mi Diplomado de Estrategias para la Lectura, se abrió un mundo nuevo para mí. Mi profe José Urriola planteó tantas cosas que no sabía por dónde empezar a explorar las nuevas miradas al mundo que acababa de conocer.

De entre todas las cosas, creo que lo que más me caló fue la ida del peligro de una sola historia.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=F3cIVHUnbXI]

Tras ver ese video me pregunté muchas cosas, principalmente ¿qué tan amplia era mi visión del mundo literario en realidad? Muchos de los que me conocen se asombran por lo “mucho que leo”, pero tras escuchar a Adichie pensé “Sólo he leído cosas gringas, algo de los ingleses y ya”. Ok, exageré. Pero mis lecturas son tremendamente occidentales, con una fuerte influencia anglosajona.

Cuando hace un año topé con el “Niño de las Chelas”, con quien empecé a hacer las catas para Kya!, recordé esa idea mía de que he leído sólo una versión de las letras que hay afuera. El Niño de las Chelas estudió Letras y se ha clavado en literatura mexicana contemporánea. Su conocimiento sobre lo que hay en nuestro idioma, en nuestro país, me recuerda cuánto me falta por leer y aprender. Pero no sólo quiero leer de aquí de México (que sigue siendo mi historia, mi mundo), sino que pensé “Quiero saber qué escriben en Egipto, en Nigeria, en India, en Japón, en China…” en el mundo entero de ser posible. Y en particular ¿qué escriben las mujeres? Porque los nombres que me venían a mente eran de hombres: Goran Petrovic (cuyo Atlas descrito por el cielo es una verdadera belleza etérea), Haruki Murakami (que se ha vuelto tan popular a mi parecer porque escribe muy para occidente), Neil Gaiman (mi inigualable crush literario)… la única mujer que me vino de golpe a la mente fue Cornelia Funke.

Así que consulté con mi sitio bibliófilo de confianza (Book Riot) para conseguir listas de libros que valga la pena leer—ya sé que las listas son extremadamente subjetivas, pero algo que me gusta de los rioters es que son muy amplios en sus recomendaciones porque buscan que uno salga de lo ya muy conocido.

Fue de ese modo que di con varios títulos que sonaban interesantes. Había un problema: eran títulos que se conseguían por Amazon. Tengo un serio problema con Amazon: el envío muchas veces sale más caro que el libro en sí mismo. Mi intención de cumplir con un experimento personal (leer libros del resto del mundo, de preferencia de autoras), tuvo que ponerse en pausa.

Entonces, en una de sus transmisiones por #Periscope, Alberto y Raquel recomendaron revisar el sitio The Book Depository: una enorme librería online que no cobra el envío. La perdición para una bibliófila como yo. Así que, tres años después de que me entrara la duda, las ganas por explorar el inmenso mundo literario, tuve a mano las herramientas necesarias: mi listado, un buen sueldo que me permite darme el lujo y una librería que parece tener hasta lo más difícil de encontrar.

Hace tres días llegó a casa el que espero sea el primero de varios paquetes que mandaré pedir a lo largo del tiempo. Para fines de mi experimento, la primera entrega incluye dos libros de la japonesa Miyuki Mayabe: Brave Story, un bonito mamotreto de 800+ páginas, y Apparitions, una recopilación de cuentos basados en las leyendas de fantasmas del Antiguo Edo. Además llegó Three Strong Women, libro de la francesa Marie NDiaye. El cuarto libro fue sólo porque no lo había conseguido antes y me gustan mucho las epístolas: Dear Scott, Dearest Zelda las cartas entre los Fitzgerald.

Ya les platicaré cómo va el experimento. De mientras, si quieren sugerirme títulos para incluir a esta aventura, no duden en dejarme sus recomendaciones en los comentarios.

 

“¡Si supieran qué miedo puede tener

Un fantasma de los hombres!…”

T.S. Eliot

—¡Por Dios, Melisa, deja de hacer payasadas!

—Que es en serio —gimió desde detrás de las cobijas. –Lo vi.

“Imposible”, pensé mientras me acercaba para sacarla, a rastras de ser necesario, de aquel rincón de la bodega.

—Te juro que no hay nada, Ximena y David se empeñan en espantarnos.

—¿Y tú cómo sabes? —la voz acuosa y quebrada de mi hermanita la echaba de cabeza. Podía ver el pequeño bulto debajo de la cobija, temblando y sacudiéndose con el compás del sorber de sus mocos.

Me conmovió, no lo pude evitar. Sin quitarle la cobija ni prender la luz de la vieja bodega, me puse en cuclillas junto a ella y la abracé.

—No pasa nada. No hay niño de la cisterna.

—¿Cómo estás tan segura?

Suspiré, pensando más en no exaltarme que en una respuesta verídica.

—Bueno, si lo hay, no creo que nos haga nada. Tal vez sólo quiere jugar. Tal vez se siente solo.

—Tengo miedo —fue la respuesta ahogada.

“Juro que mato a Ximena y David por espantarla”, me dije mientras me levantaba.

—¿De qué tienes miedo? Seguro las sombras y los ruidos los hacen ellos, precisamente para espantarnos.

—Entonces, ¿tú también tienes miedo?

—¿Yo…? —contuve la risa nerviosa —yo no tengo miedo.

—Yo sí —contestó mi hermana —y mucho.

“Qué rápido dejó de llorar”, pensé, y le pregunté:

—¿Por qué?

—Porque hablas tú sola —me dijo David prendiendo la luz de la bodega. Atrás de él, observándome atónitas, estaban mi hermana y Ximena.

Septiembre 2003

 

 

Ayer, en lo que a mi alrededor había revoloteo porque teníamos cena en la casa, estaba escribiendo a toda velocidad una serie de preguntas en mi computadora porque tenía que enviarlas con velocidad. Era una entrevista que saldrá en el número 100 de la revista Kya! el próximo 15 de febrero.

Mientras tecleaba y trataba de coordinar mis ideas con mis dedos (pienso más rápido de lo que escribo y mis editoras no me dejarán mentir: esto provoca un sinfín de dedazos y me causa el continuo terror de no escribir coherentemente), renegaba una y otra vez acerca de cuánto odio hacer entrevistas a distancia.

El tiempo se nos vino encima y coordinarnos para vernos se complicaba, por lo que mi entrevistado y yo optamos por una entrevista redactada en un Word, enviada por mail, contestada sobre el mismo Word y devuelta. En lo personal no me gusta: prefiero hacer mis entrevistas con un café o una taza de té de por medio. Si bien investigo antes de realizar una entrevista, y llevo unas cuantas preguntas de base, soy apasionada de escuchar historias. Una buena entrevista para mí es la que se transforma en una conversación, casi monólogo: yo suelto un par de pautas para que el entrevistado hable y simplemente me quedo escuchando. Entre más platique el otro y menos yo, mejor para mí. Me chocan las entrevistas donde el entrevistador quiere ser el protagonista.

Pero una entrevista redactada no permite ese sabroso intercambio con el entrevistado. Al menos eso siento yo en general, y por eso renegaba. Sin embargo, hoy que recibí las respuestas a mis preguntas, me sentí como si estuviera platicando de frente con mi entrevistado.

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Una cosa que deben saber: me gusta mucho platicar con el escritor Alberto Chimal. Y él fue, por segunda vez en mi vida, mi entrevistado. La primera vez fue hace unos cuatro años. De algún lado agarré valor para, por Twitter, decirle que si me concedía una entrevista para mi revista. Muy amablemente dijo que sí. ¡Me moría de nervios!

Resultó ser que Alberto es un ser humano. Cosa que a veces creo algunos escritores olvidan. Sentarme a platicar con él fue una de las experiencias más agradables que he tenido en mi labor de periodista. Poder charlar con él sin que a sus ojos asomaran desdén o condescendencia (como me ha pasado con algunos que se creen demasiado arriba de los pobres mortales) fue refrescante.

Ésa fue la primera de varias charlas salteadas en el tiempo. En estas charlas, temas de interés común—como lo que ocurre con las redes sociales, la escritura, temas de plagio, de la cultura en México y demás— han fluido con naturalidad.  Quizá por eso, a pesar de mi reniegue por tener que enviarle una entrevista por correo, leerlo fue gratificante para mí. No siento las respuestas en automático, alejadas, distantes, robotizadas. Por el contrario, en mi cabeza suena la voz de Alberto mientras lo leo.

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Sueno, ya me imagino a una de mis editoras diciéndolo, como fangirl. Y sí lo soy, un poquitín. Soy fan de la amabilidad de Alberto y de Raquel. Soy fan de escucharlos platicar, bromear, de su enorme capacidad de compartir. Me gusta mucho platicar con ellos porque siempre aprendo algo, siempre me surge una nueva duda, una nueva inquietud (otro autor por conocer, una película por ver, música por escuchar ¡la vida jamás me alcanzará!). Soy fan de que aguanten cada loquera que se me ocurre y, mejor aún, se unan a esos proyectos descarriados míos. Soy fan de que cuando pueden, me ayudan. Soy fan de que siguen siendo personas. Por ello, les estimo mucho. Igual creo que el ya conocer a Alberto aunque fuera un poquitín, me facilitó el hacer una entrevista a distancia. Ya dirán los lectores de la revista qué les parece.

El libro con el que terminé 2015/ inicié 2016 fue una antología de cuentos. Supe de su existencia porque fue traducida al español por mis queridos Raquel Castro y Alberto Chimal. Este libro, traído a nosotros por Ediciones Castillo, es una compilación antologada por Michael Chabon de 10 cuentos. Originalmente publicada como una edición de la revista McSweeney’s, contenía 20 cuentos—lo que deja la promesa de un segundo tomo con los 10 cuentos restantes.

Este libro lo conseguí en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) el pasado noviembre. Aunque llevaba un par de meses en mi lista de libros por conseguir. Me lo llevé a mis vacaciones en la playa, donde mi único quehacer fue tirarme al sol o a la sombra a leer.

Tal como dice en la contraportada, este ejemplar es “El retorno de los cuentos con verdadera trama”. Cada uno de los diez cuentos va creando una atmósfera que te sumerge en su propio mundo particular. Confieso que, siendo mis mayores influencias en cuentos e historias breves gente del calibre de Poe y de Gaiman, soy fan de lo macabro.

Es por ello que narraciones con una atmósfera escalofriante, como lo es Piel de gato de Kelly Link u Hora de cerrar del ya mencionado Gaiman me atraen mucho. Sin embargo, cada una de estas historias generan algo: si los leen y no hay reacción es necesario consultar a un médico a ver si no falla algo en el cableado emocional. Ojo: no digo que deban gustarles forzosamente. Hay cuentos que dejan una sensación de “¿Qué demonios acaba de pasar?”.

El mayor logro—imagino que debido a la obsesión que el propio Chabon explica en la introducción del libro— es hallar cuentos con una historia, un algo que pasa: inicio, desarrollo, clímax y (en su mayoría) conclusión. Algunos cuentos dejan su final abierto, como una bella puerta para que la fantasía de cada lector deambule por el camino que mejor le parezca. Se rompe acá con la tendencia contemporánea de algunos cuentistas (probablemente la misma tendencia que me alejó de la lectura de cuentos) de historias sin historia: sólo momentos en la vida de un personaje por demás ordinario que si acaso tiene una epifanía y todo queda igual.

El libro me dejó con muchas ganas de que llegue el segundo tomo, así como de volver a las narrativas breves, a los mundos que caben en sólo un par de cuartillas pero que de golpe expanden el mundo interior propio.