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¿Cuánto tiempo creen que pasas con los ojos clavados en la pantalla de tu celular? Piénsenlo un poquito. ¿Ya? Quizá dijeron que una o dos horas al día. Lo más probable es que sea el doble de lo que hayan pensado.

La mayoría de los adultos de más de 30 años pasan un promedio de 4 horas al día clavados en su celular, sea en redes sociales, correos electrónicos o juegos. Estamos hablando de que, en total, unos 15 años de vida serán utilizados viendo la vida pasar a través de un dispositivo móvil. Si esto les parece alarmante, la cifra es peor con la Generación Z que pasa entre 6 y 8 horas en sus dispositivos móviles.

Actualmente no sabemos cuánto afecte esto las interacciones sociales y las formas de aprendizaje. Es un hecho que ya está trastocando la forma en que nos comunicamos. Las generaciones más jóvenes prefieren mandar mensajes de texto (textear) a llamar por teléfono.

Piensen en una reunión familiar o una ida a un restaurante: ¿qué tan seguido vemos a dos o más personas sentadas en el mismo lugar, con la mirada clavada en un dispositivo móvil? Esto empezó a llamar mi atención al grado de procurar ser más consciente sobre mi propio uso de dispositivos móviles. Particularmente me empecé a fijar más al regalarle a G su primer dispositivo electrónico la Navidad pasada. No es un celular, pero está cerca. ¿Cómo evito con mi propio ejemplo que mi hijo sea absorbido por la pantallita?

Al investigar sobre el tema, encontré el libro Irrisistible de Adam Alter. Este libro habla sobre cómo nos clavamos en las pantallas, olvidando a los otros.

Se trata de un comportamiento compulsivo que llega a la adicción de comportamiento. Si bien hay quienes descartan este tipo de adicciones por no tener que ver con una sustancia, cada vez son más los estudiosos que admiten que estas adicciones existen. El tema con la adicción al Internet y a los dispositivos móviles es que pareciera que hoy en día una persona no puede ser un adulto funcional sin conexión a Internet.

Los problemas a los que nos enfrentamos en nuestro agitado día a día incluyen:

  1. Falta de señales para detenernos: Antaño, jugar videojuegos implicaba tener una consola, una televisión y tiempo para sentarnos a jugar. Ahora, podemos llevar juegos en el celular. Trabajar era ir al sitio de trabajo, realizar el trabajo, salir y llegar a casa a descansar para volver a empezar al día siguiente. Ahora, el trabajo nos sigue a casa con las computadoras portátiles y el correo electrónico en el celular. Antes salía un capítulo de la serie que viéramos una vez por semana en equis canal, con comerciales incluidos. Hoy, Netlfix reproduce capítulo tras capítulo sin necesidad de siquiera darle play entre uno y otro. Ya no hay un momento que nos haga detenernos. ¿A cuántos les ha pasado que, por estar en redes sociales, en un scroll infinito, el tiempo se les desaparece? La falta de una señal clara para frenarnos y realizar otras actividades es la responsable del tiempo esfumado.Social media
  2. Las recompensas variables: Uno pensaría que a los seres humanos nos gusta tener el control sobre nuestras vidas y que las recompensas claras y predecibles nos son atractivas. ¡Error! La incertidumbre nos mantiene enganchados. Esto no sólo funciona con los casinos o con las relaciones disfuncionales (sí, niñas, hablo de ese dude que no responde los mensajes y cuando se digna a aparecer le decimos que sí a todo) sino con las redes sociales y lo impredecible de un “me gusta”, un comentario o un “share”. Esto provoca que compartamos más y más contenido en cualquiera de las redes sociales, y revisemos con ansias para ver quién reaccionó a nuestro posteo.
  3. La obsesión con los objetivos: Plantearnos objetivos alcanzables es algo muy bueno, nos motiva a llegar a algún lado. Sea escribir diario, hacer ejercicio, ser constantes con una alimentación saludable, nos gusta plantear objetivos. Si son medibles ¡qué mejor! Podemos ver un avance. El tema es cuando planteamos alcanzar equis cantidad de seguidores, lo que nos consume tiempo en las redes sociales. Igual puede ser una obsesión con cuántos pasos damos al día… los dispositivos móviles no dan leves recompensas (como el sonido de una campanita) al alcanzar un objetivo, como los que plantean las aplicaciones de ejercicio, y nos motivan a ir cada día por más, sea mantener nuestra cuenta de días haciendo ejercicios de meditación (“You’re on a 20 days streak!” reza la app que uso para meditar al acabar una sesión), la cantidad de pasos al día, de vasos de agua bebidos, etcétera. Cualquiera es un buen pretexto para voltear a ver el móvil.

Todo ello se conjuga para darnos una adicción difícil de evitar. El lío es que esta adicción pareciera socialmente aceptable (todos lo hacen) y un tanto inevitable (¿cómo es que no tienes celular/redes sociales/WhatsApp?). ¿Qué podemos hacer?

Un buen inicio es hacer conciencia acerca del tiempo que pasamos en el teléfono. Una app que mida el tiempo que pasamos en la pantalla es recomendable (y créanme que pega en el ego ver que uno está en el promedio de 4 horas al día). La que descargué se llama Moment y da unas estadísticas de miedo. Lo siguiente es hacer pequeños cambios:

  1. Desactiva las notificaciones: Las notificaciones son invasivas y nos rompen el flujo de trabajo. Los estudiosos en temas de aprendizaje y concentración han visto que tardamos unos 20 minutos en retomar el flujo de una tarea una vez que ésta fue interrumpida. A mí me pasaba: tenía el celular al lado de la computadora y el hecho de que brillara la pantalla con una notificación me rompía el ritmo. Dejé las notificaciones de WhatsApp porque por trabajo ahí me buscan todos, pero todo lo demás: chitón. Qué bonito es.
  2. Establece momentos sin dispositivos móviles: ¿Qué tal una comida “cell-free”? Procuro al salir con mis amigos que mi celular se quede guardado. Pongo el sonido para darme cuenta si mi madre me llama, pero de ahí en fuera, ignoro el teléfono. Es bonito porque la gente se siente escuchada. ¿O no les parece horrible hablar con alguien que ni los voltea a ver a los ojos porque está en el celular?
  3. Delimita prioridades: No dejes que las notificaciones rijan tu vida y rompan tu ritmo de trabajo. El mismo Alter menciona en su libro que querer tener un mail sin correos sin leer en el trabajo es como pelear contra zombis en películas de Apocalipsis: siempre viene una nueva horda y no tiene caso. Y si ya saliste de la oficina, ¡mañana le sigues!
  4. Disfruta el ocio: Yo he estado buscando no llenar mis espacios de ocio con el celular, la reacción normal de todos: momentos sin actividad equivalen a sacar el celular. A veces somos ridículos: ¿vas a bajar en el elevador 3 pisos? ¡Saca el celular! ¿En serio? Los momentos de ocio y de aburrimiento son necesarios: son cuando tenemos ideas y podemos desarrollar el pensamiento creativo. La adicción a la pantalla está dándole al traste con este proceso.

No te desesperes contigo mismo por usar demasiado los dispositivos móviles, lentamente se han ido apropiando de ciertos espacios que vale la pena recuperar. El primer paso es hacer conciencia de ello. Tampoco se trata de satanizarlos, sino de poner cada cosa en su lugar.

Para saber un poco más del tema, les dejo esta TED Talk del año pasado, con Adam Alter hablando sobre las pantallas:

 [youtube https://www.youtube.com/watch?v=0K5OO2ybueM?rel=0&controls=0]

 

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